Aceptar el plan de Dios

Job 24: 1—25

David hace un comentario apropiado en el Salmo 139: «Tal conocimiento me es maravilloso; tan alto que no lo puedo alcanzar» (v.6). Si David viviera hoy, habría escrito: «Eso me hace estallar la cabeza». La inmensidad de lo inescrutable de Dios hace que pensemos de esa manera, y así tiene que ser.

Por lo menos, el estudio de Job revela que no entendemos claramente los designios de Dios. No sabemos explicar lo inexplicable. No podemos penetrar lo impenetrable. Por lo tanto, no tratemos de averiguar lo inescrutable.

¡Qué bueno habría sido que los hombres que se consideraban amigos de Job hubieran reconocido eso! Eso hubiera sido mucho más consolador para Job, que se encontraba en tan inmensa desgracia, deseando que alguien pusiera su brazo sobre su hombro, y le dijera con toda honestidad: «Estamos aquí, pero, al igual que tú, no sabemos por qué está sucediendo esto. Dios lo sabe, pero estamos aquí para acompañarte hasta el final. Dios está haciendo algo incomprensible y misterioso, pero eso está tan lejos de nosotros que tampoco podemos comprenderlo».

¿Puedo ir un poco más allá? Dios no tiene un «plan maravilloso» para la vida de todos. No aquí en la tierra, con toda seguridad. Para algunas personas, su plan es una enfermedad. Para algunos (como Job), su plan es una vida de dolor. Para otros, es el sufrimiento y el quebranto, la ceguera o la parálisis, o las complicaciones congénitas. Para muchos, su plan es decir no a sus peticiones de sanidad. Pero esto no nos gusta. Algunos no lo aceptarán. En realidad, incluso llegarán a decir: «Si crees eso, es porque te falta fe». Por el contrario, yo digo que si usted lo cree, ¡es porque cree en la Biblia!

El Dios de la Biblia es también el Dios de las vidas que no se sanan, que no superan rápidamente sus problemas, que no se imponen fácilmente sobre los accidentes o las enfermedades. La palabra de Dios retrata a sus héroes con todos sus defectos e imperfecciones. Sufren, fracasan, fallan y en ciertas ocasiones, por la gracia de Dios, tienen éxito.

¿Qué tan bien acepta usted el plan progresivo de Dios para su vida?