Hechos 26: 1-32

Hace poco leía un conmovedor discurso pronunciado por la difunta Madre Teresa de Calcuta en el cuadragésimo cuarto «Desayuno nacional de Oración», un evento que tuvo lugar cuando Bill Clinton era presidente de los Estados Unidos de América. En el curso de su discurso, hecho sin ninguna jactancia, la humanitaria monja de Calcuta habló con sencillez y valentía acerca de la iniquidad del aborto y del daño que sigue causando esa horrenda falla moral en nuestra ya desintegrada sociedad. Mientras leía su escrito cuidadosamente preparado, nadie en el salón movía un músculo. En realidad, los bien vestidos dignatarios sonreían nerviosamente dando una apariencia de calma y serenidad exterior, pero interiormente estaban muy agitados.

Al igual que Pablo, la frágil figura de esta mujer dijo lo que tenía que decir y salió de la habitación tan silenciosamente como había entrado. Así como unos funcionarios políticos de la antigüedad se habían sentado para mirar con animosidad a Pablo, la nobleza de Washington se sentó silenciosa, con sus conciencias golpeándoles el pecho.

Estoy convencido de que muchas personas hoy en día, de haber existido las situaciones enfrentadas por algunos de los héroes que hemos mencionado, habrían tenido la misma actitud heroica. Yo creo que usted tiene el potencial para retar a los enemigos de la verdad que desafían el poder del Todopoderoso, o para hablar con toda valentía contra la evidente injusticia y la abierta discriminación.

El desafío viene en esos momentos de privacidad y sinceridad cuando usted ve que la verdad es atacada en los pasillos de la universidad, en la junta directiva de una empresa, en la reunión de la asociación de padres y maestros de la escuela, en la oficina del director de deportes o mientras va sentado en un avión. En esos momentos, ¿se levantaría usted valientemente y diría la verdad cuando está en juego un principio? ¿Dirá lo que usted cree, con amabilidad, pero también con firmeza?

Es posible que usted nunca sea invitado a esta de pie delante de reyes o reinas, ni tampoco a dar un discurso a una elite política o a unos militares de alta graduación, pero sí tendrá otras oportunidades para levantarse y defender la verdad. Si usted toma la decisión de actuar con valentía, Dios le presentará esas oportunidades cuando usted menos las espere. Téngalo por seguro.

Y cuando él lo haga, ¿estará usted preparado?

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.