Hechos 27: 1-26

El ancla estabilizadora sirve para dar firmeza cuando falla el sistema de navegación. Es fácil desorientarse en una tormenta. Uno no puede orientarse en medio de las circunstancias difíciles. La vida se desliza sin problemas hasta que, de repente, el mar se alborota y surgen problemas ocultos, que no estaban en el pronóstico. Usando las palabras de Lucas, abandonamos «toda esperanza de salvarnos».

Hay momentos azarosos cuando llegamos al punto de abandonar toda esperanza. Pero en esos momentos difíciles y angustiosos, Dios nos dice: «No tengas temor, porque yo tengo un plan».

A las personas que enfrentan adversidades severas les resulta difícil pensar en otra cosa que no sea las inmensas olas y los martirizantes vientos. Pero Pablo dice firmemente: «Os insto a tener buen ánimo, pues no se perderá la vida de ninguno de vosotros».

Encontramos estabilidad en las tormentas por medio de lo que Dios ha dicho. Su tendencia será buscar fuerzas en otra fuente antes que en la Palabra de Dios, pero favor ¡no lo haga! La única ancla estabilizadora que le mantendrá firme, sin importar lo fuertes que sean los vientos, es la Palabra de Dios escrita.

Todo esto me recuerda lo dicho por uno de los antiguos profetas judíos, en apoyo de la confianza que debemos tener en Dios y su Palabra. Las palabras que siguen fluyen de la experta mano de Isaías: «Pero ahora, así ha dicho el Señor, el que te creó, oh Jacob; el que te formó, oh Israel: ‘No temas, porque yo te he redimido. Te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando pases por las aguas yo estaré contigo; y cuando pases por los ríos, no te inundarán. Cuando andes por el fuego, no te quemarás; ni la llama te abrasará’» (Isaías 43:1, 2).

¡Qué palabras tan alentadoras! «No temas, te he llamado por tu nombre». ¡Qué gran afirmación!

Isaías no estaba escribiendo de aguas literales ni de ríos verdaderos. Su metáfora enfatiza las circunstancias que se juntan para amenazar nuestra fe. Cuando las aguas se levantan a alturas amenazadoras, cuando las dificultades alcanzan dimensiones extremas, cuando su barca parece estas deshaciéndose tabla a tabla y comenzando a hundirse por las tormentas inevitables de la vida, recuerde que Dios es Fiel. Su promesa es: «Yo estaré contigo». Él es su ancla.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.