2 Pedro 3:10-12

Los garajes dicen la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Son ideales para atraparlo todo porque el espacio es realmente flexible. A diferencia de un dormitorio o una cocina, los garajes no tienen que ser llenados con aquello para lo cual fueron construidos. Y con las entradas para carros solo en espera de ser usadas, ¿quién quiere pelear cada mañana y cada noche con esa gran puerta? Solo séllelo con clavos y dedíquese a llenarlo. ¿Y nos es sorprendente la cantidad de cosas?

Mientras que mi esposa y yo miramos hacia atrás por encima de nuestros hombros, tenemos que reír. Nuestro primer traslado a la primera pequeña casa fue tan simple, tan rápido y fácil. Todo entró en el maletero de nuestro carro Chevy ´53. El siguiente traslado requirió arrendar un pequeño remolque, un aparato de solo dos ruedas que cargó con todas las cosas que necesitábamos para armar casa en un pequeño departamento para la escuela de posgrado. Cuatro años más tarde, con un hijo y muchas cosas, nos trasladamos al próximo lugar (con la ayuda de un par de buenos amigos que condujeron un par de furgones) habiendo empacado nuestras cosas en un carro de transporte, el vehículo más grande que era fabricado en el año 1963. Ese traslado fue la primera vez que descubrí por qué casas estaban siendo construidas con un garaje para dos carros. A penas cabía nuestro único carro.

¿Nuestro siguiente traslado? Prepárese. Ahora estamos hablando de las grandes ligas, maxi grande, super largo, con doble embrague y tres choferes, sin paradas, de la flota de camiones Marca X con un piano atado a la parte trasera. Nosotros conducíamos detrás de ellos en un sedán de cuatro puertas que también estaba lleno hasta el tope con cosas para el bebé. Añada a eso un segundo hijo. . . una niña (¡eso explica la mitad de las cosas en el furgón!) y usted ya está formándose una imagen de todo ello. No le aburriré con el paso a paso recuento de nuestro siguiente traslado al norte del país (con otro hijo incluido), pero le daré una pista. Me consolé al descubrir que los ciudadanos podían arrendar una barcaza en la bahía del norte del país y trasladar sus cosas hacia el sur flotando. Y cuando nos cambiamos al oeste del país (añada otro más), usted no lo creería si le dijera. . . pero nuestra casa de dos pisos con garaje para tres carros (no se ría, ¡necesitábamos cuatro!) era a penas suficiente. ¿Le dice algo el saber que la entrada de carros era el único lugar en donde estacionábamos todos esos carros, más apretados que en el estacionamiento del supermercado? Yo no digo que teníamos muchos carros, pero mi vecino estaba convencido de que estábamos llevando a cabo una venta de drogas o que administrábamos una sección de estacionamiento para Disneylandia. Éramos la única casa en la ciudad que necesitaba una persona a tiempo completo para ayudar a estacionar los carros. Esto se estaba volviendo ridículo. Ah, y ¿mencioné que tuvimos que construir un cobertizo en el patio?

Ya no estábamos teniendo más bebés (¡Gracias a Dios!) así que ¿de dónde salieron tantas cosas? Ya habíamos despedido a tres hijos que se habían casado, así que ¿Por qué no había espacio en el garaje para un solo Volkswagen del año 1979? Algunos pensaban que conseguí un convertible para lucirme. ¡Lucirme, nada que ver. . . yo pensé que si no tenía una tapa esto ayudaría a que entrara en el garaje de tres puertas! Me he resignado a la realidad de que cuando ocurra «el rapto», los Swindoll estarán entre los últimos en el ascenso. Claro, a menos que Él despache una decena de legiones de carros alados tipo familiar para que vengan a rescatarnos.

¡Oh, espere un momento! De pronto me estoy dando cuenta de que:

«el día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán con un terrible estruendo, y los mismos elementos se consumirán en el fuego, y la tierra con todo lo que hay en ella quedará sometida a juicio. Dado que todo lo que nos rodea será destruido de esta manera, ¡cómo no llevar una vida santa y vivir en obediencia a Dios . . .». (2 Pedro 3:10-11)

No habrá camiones ni remolques, barcazas o garajes en ese día. No los necesitaremos. Todas las cosas de seis o más décadas de matrimonio se consumirán de una sola vez. Todo. No, no todo. Las relaciones no serán destruidas, continuarán. . . transformadas y renovadas, eternas y simples nuevamente.

Lo que me hace recordar. . . tal como es fácil viajar con sobrepeso y vivir demasiados atorados, así de fácil es que eso ocurra entre nosotros y otras personas, ¿no es cierto? Pocos lo han dicho mejor que la finada escritora y aviadora Anne Morrow Lindbergh en su libro A Gift from the Sea:

La relación pura, ¡qué hermosa es! Con qué facilidad es dañada, o cargada de cosas no relevantes —ni siquiera relevancias, solo la vida en sí, las acumulaciones de la vida y el tiempo. Pues la primera parte de toda relación es pura, sea con amistad o amante, esposo o hijo. Es pura, simple, sin impedimentos. . .

Y entonces cuán rápida, cuán inevitablemente la unión perfecta es invadida; la relación cambia; se hace complicada, entorpecida por su contacto con el mundo.

La relación original es muy hermosa. Su perfección auto envuelta lleva la frescura de una mañana de primavera. . . Se mueve a otra fase de crecimiento que uno no debiera temer, sino recibir como uno recibe el verano después de la primavera. Pero también hay una acumulación de peso inerte, una capa de valores falsos, hábitos y cargas que marcan la vida. Es esta capa asfixiante que necesita ser quitada constantemente, en la vida como también en las relaciones.

Garajes atorados, esas son cosas temporales. No es gran cosa si uno mantiene una actitud suelta hacia ello. De todos modos, todo será destruido por fuego. ¿Pero las personas? Esas son cosas eternas. Mantengamos al mínimo la «acumulación de peso inerte». Para ello habrá que quitar la «capa asfixiante» que marca la vida.

¿Quiere saber cómo mantener las cosas simples, frescas como una mañana de primavera? Diga la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.