1 Samuel 18: 8-15

El temor y la preocupación se hicieron más intensos, y Saúl cayó en la paranoia. «¿Qué más puede tener David ahora, que no sea el reino?» El monólogo consigo mismo se desbordó: «Tengo un problema en mis manos. Ahora el que acabó con el gigante está a punto de convertirse en el que acaba con un rey. ¿Qué puedo hacer?» Saúl estaba tan asustado que temía hasta su propia sombra.

Ese es Saúl. En cuestión de horas, y «desde aquel día en adelante, Saúl miraba con sospecha a David». Cuando la imaginación es alimentada por los celos, la sospecha tomas las riendas. . . y en ese punto se producen cosas peligrosas.

¡David no ha hecho nada para merecer esta clase de trato! Ha servido a Dios, ha matado a un gigante, se ha sometido a su superior, y se ha portado correctamente. En realidad, el versículo 15 dice: «Al ver a Saúl que David tenía mucho éxito, le tenía miedo».

¿Por qué razón? Porque Saúl veía que Dios estaba con David, y porque se daba cuenta de que él no tenía esa clase de poder. El contraste era más de lo que Saúl podía manejar.

La Biblia es muy práctica, ¿no lo cree? Los celos son un pecado fatal, y los de Saúl lo tenían aprisionado con cadenas. La meta de Saúl en la vida se pervirtió porque operaba en ese estrecho radio de temor, preocupación y paranoia. En vez de conducir a Israel a cosas grandes y mejores, se concentró en un solo objetivo: amargarle la vida a David.

Ser positivo y prudente es la mejor respuesta a un enemigo. Cuando usted vea que se acerca su enemigo, no se arremangue la camisa mentalmente, pensando en qué golpe deberá lanzarle. Recuerde la manera como David manejó a Saúl. David siguió prosperando y siguió comportándose sabiamente. Y cuando la presión arreciaba, huía. David se negaba a defenderse o a desquitarse.

Por lo tanto, si usted tiene que estar en contacto con una persona celosa, ya se trate de una compañero de habitación, un jefe, una amigo o un socio, recuerde el modelo de David.

Todo se reduce a esto: Andar en victoria es la diferencia entre lo que nos agrada a nosotros y lo que le agrada a Dios. Como David, necesitamos mantenernos firmes, para hacer lo correcto sin cansarnos. Eso es, sencillamente, lo que le agrada a Dios. Y a fin de cuentas, ¿no es para eso que estamos en la tierra?

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.