Salmos 127, 128

Tal vez no suene muy espiritual, pero algunos aspectos de la vida familiar pueden ser todo un afán. Mantener un hogar lleno de niños, tener una buena comunicación, ceder a nuestros intereses con respecto a los demás todos los días bajo el mismo techo, tener una actitud positiva e inspiradora, tratar con voluntades firmes y encargarse de algunos de los desafíos domésticos es literalmente un trabajo de tiempo completo.

Me quito el sombrero ante todos aquellos que hacen su mejor esfuerzo. Y debo agregar, claro está, que todo ese esfuerzo vale la pena. Padres, algún día, sus hijos «se levantarán y les bendecirán».  Pero no crea que va a ser muy pronto; yo dije, algún día. Por esa razón, me complace saber que las canciones antiguas del himnario eterno de Dios tienen palabras de ánimo para las familias.

De manera periódica, nos encontramos con salmos que calzan muy bien juntos, formando una unidad o una progresión de pensamiento. Esto sucede con los salmos 22, 23 y 24. También con los salmos 90 y 91 así como los salmos 111 y 112. Es como si uno de los salmos presenta el problema y el otro lo resuelve. Precisamente, esto es lo que encontramos en las dos canciones que examinaremos en este capítulo: Salmos 127 y 128. Ambos tienen que ver con la vida en el hogar. Se puede decir que son salmos domésticos. ¿Que cómo lo sé? Observe el versículo 1 del Salmo 127. Los primeros renglones se refieren a la edificación de la casa. Luego, los versículos 3 al 5 mencionan a los hijos. El tercer versículo del Salmo 128 habla de la esposa, el hogar y los hijos nuevamente. Y el versículo 6 del Salmo 128 menciona el paso del tiempo hasta los nietos. Además de este tema, el salmista también habla de la fortaleza a nivel nacional que se vincula a la fortaleza de la unidad familiar en el versículo 5 del Salmo 128. Una nación será tan fuerte como lo son sus familias. El desmoronamiento de la vida familiar es una de las señales de una cultura en decadencia.

El evangelista Billy Graham en su libro World Aflame, [Mundo en llamas] escribe palabras de discernimiento y al mismo tiempo palabras serias con respecto a los Estados Unidos de América:

«La ley inmutable de la siembra y la cosecha se mantiene. Ahora somos los poseedores desventurados de la depravación moral y buscamos en vano una cura para ella. La cizaña de la indulgencia ha crecido más que el trigo de los límites morales. Nuestros hogares están sufriendo. El divorcio ha aumentado en proporciones epidémicas. Cuando la moral de una sociedad está en caos, la familia es la primera que sufre. El hogar es la unidad básica de nuestra sociedad y una nación es sólida solo si las familias que la conforman son sólidas. La descomposición de un hogar generalmente no sale en primera plana, pero destruye como las termitas la estructura de una nación».

Tal como lo mencioné antes, estos dos salmos forman una progresión. Se asemejan a un mural histórico que se coloca alrededor de un cuarto para mostrar una historia progresiva. Ese ascenso nos lleva desde el inicio de un hogar hasta las bendiciones de los años futuros. Permítame sugerirle un bosquejo sencillo:

  1. Comienzo del hogar (127:1-2)
  2. Hijos nacidos dentro del hogar (127:3-5)
  3. La guía del hogar (128:1-3)
  4. Las bendiciones de los años futuros más allá del hogar (128:4-6)

Afirmando el alma: Piense en su niñez. Quizás no fue una experiencia positiva; no obstante, piense en una época cuando usted sentía que (a) había seguridad, (b) escuchaba palabras de estímulo, (c) había lecciones valiosas que aprender y (d) la familia se unía en tiempo de crisis. ¿De qué manera puede usted volver a crear estas experiencias positivas en su familia ahora? Sea específico.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.