1 Reyes 17: 5—7

Una experiencia que es parte de todo campamento de entrenamiento es la agotadora, penosa y a veces intimidante carrera de obstáculos. No es divertida ni fácil, pero su exigente disciplina prepara al recluta para cualquier situación que enfrentar en el futuro, particularmente bajo fuego enemigo. En la vida espiritual, antes de que podamos sacarle provecho verdaderamente a la «vida escondida» que Dios utiliza para prepararnos para cualquier situación que Él tenga para nosotros en el futuro, tenemos que vencer por lo menos cuatro grandes obstáculos. Pienso en ellos como cuatro membranas de la carne: orgullo, temor, resentimiento y hábitos arraigados. El conquistar estas capas de resistencia nos preparará para el futuro y nos fortalecerá para el combate con el adversario.

En un sentido muy real, Dios ha creado un campamento de entrenamiento para sus hijos, pero este no dura ocho a diez semanas. Tampoco es un seminario de fin de semana que podemos tomar, o un taller de un día al cual podemos asistir. El curso de capacitación de Dios se realiza periódicamente a través de toda la vida cristiana. Allí, en el centro mismo en los obstáculos, del dolor y de la soledad, llegamos a darnos cuenta de cuán vivo está Dios en nuestras vidas, de su realidad y su control. Él nos invadirá, nos reducirá, nos doblegará y nos humillará, para que podamos convertirnos en las personas que Él quiere que seamos.

No importa cuántos años hayamos andado con el Señor, tenemos todavía, a veces, que pasar por nuestro propio Getsemaní. Esto sucede cada vez que Él nos envía al arroyo para vivir la vida escondida. Ocurre cada vez que Él nos desorienta cuando nos desplaza; cada vez que Él quita todos los apoyos; cada vez que Él nos quita nuestras comodidades; cada vez que Él nos quita la mayoría de los «derechos» que una vez disfrutamos. Y él hace todo esto para poder convertirnos en la persona que no podríamos ser en otras circunstancias. Él sabe muy bien lo que hace.

Elías fue a Querit como el enérgico vocero de Dios, un profeta. Salió de Querit siendo un hombre de Dios más espiritual. Todo esto sucedió porque fue puesto junto a un arroyo que se secó. Estuvo solo, pero no olvidado. Fue probado, pero no abandonado.

  Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.