Marcos 2:16-18
¿Qué pasó con la compasión entre los cristianos conservadores? ¿Cuándo dejamos de pensar en cuán valioso es ser agentes de sanidad, curadores de heridas como el buen Samaritano? ¿En qué momento escogimos poner más énfasis en ser proclamadores y defensores y menos énfasis en ser reparadores y restauradores?
Quizás cuando nos dimos cuenta de que uno es mucho más fácil que el otro. También es más rápido, ligero como el destello de una espada. Cuando usted se desentiende del ser el guardián de su hermano, usted ya no tiene que ensuciarse o tomar riesgos o perder su objetividad o toparse contra las espinas de un tema complicado que no tiene respuestas fáciles.
Volvamos al comentario sobre reparador-restaurador que hice recién. No es una idea original. El profeta Isaías lo mencionó primero, un buen tiempo atrás. La nación a la que escribía estaba practicando los actos desinteresados de una religión vacía. Todas las palabras adecuadas, todas las apariencias correctas, pero con cero resultados. Hasta ayunaron y oraron. Todavía nada. Supongo que podríamos decir que parecían y sonaban como ortodoxos, pero les faltaba el favor de Dios. Ellos guardaron el Sábado externo, pero les faltaba el Shalom interno. ¿Por qué? No lea apresuradamente la respuesta (Isaías 58). Vale la pena leerlo en voz alta, quizás más de una vez.
«¡No! Esta es la clase de ayuno que quiero:
pongan en libertad a los que están encarcelados injustamente;
alivien la carga de los que trabajan para ustedes.
Dejen en libertad a los oprimidos
y suelten las cadenas que atan a la gente.
Compartan su comida con los hambrientos
y den refugio a los que no tienen hogar;
denles ropa a quienes la necesiten
y no se escondan de parientes que precisen su ayuda.
Entonces su salvación llegará como el amanecer,
y sus heridas sanarán con rapidez;
su justicia los guiará hacia adelante
y atrás los protegerá la gloria del Señor.
Entonces cuando ustedes llamen, el Señor les responderá.
“Sí, aquí estoy”, les contestará enseguida.
Levanten el pesado yugo de la opresión;
dejen de señalar con el dedo y de esparcir rumores maliciosos.
Alimenten a los hambrientos
y ayuden a los que están en apuros.
Entonces su luz resplandecerá desde la oscuridad,
y la oscuridad que los rodea será tan radiante como el mediodía.
El Señor los guiará continuamente;
les dará agua cuando tengan sed
y restaurará sus fuerzas.
Serán como un huerto bien regado,
como un manantial que nunca se seca.
Algunos de ustedes reconstruirán las ruinas desoladas de sus ciudades.
Entonces serán conocidos como reconstructores de muros
y restauradores de casas». (Isaías 58:6-12)
¿Y qué sucederá cuando trafiquemos con tal compasión? La Nueva Versión Internacional dice: «entonces hallarás tu gozo en el Señor; sobre las cumbres de la tierra te haré cabalgar, y haré que te deleites en la herencia de tu padre Jacob». El Señor mismo lo ha dicho» (v. 14).
Sí, Él ha hablado, ¿pero hemos escuchado? El hecho es que Él ha estado hablando así desde que le preguntó a Caín sobre el bienestar de su hermano Abel. ¿Cuándo dejamos de escuchar? ¿Cuánto tiempo tomará para que nos demos cuenta de que a otros no les interesará cuánto sabemos hasta que sepan cuánto interés tenemos en ellos? Si realmente desea cabalgar «sobre las cumbres» y deleitarse «en la herencia», prefiera a la compasión por sobre la información. Necesitamos de ambos, pero en el orden correcto.
Vamos, rompamos el molde y sorprendámoslos. Permitamos que la compasión cree un hambre por la verdad. Estaremos en buena compañía. Eso es exactamente lo que Jesús hizo con usted y conmigo y con un montón de otros pecadores que se merecían y esperaban la condenación, pero que en su lugar recibieron la compasión.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.