Timoteo 2:14-17
Repito: ¡No distorsione el mensaje!
Hemos estado hablando de cuan fácil es tomar una cosa y convertirla en otra en el momento que pasa por nuestros labios. Exagere este detalle o reordene aquel hecho y usted tiene una receta que hará que más bocas se hagan agua que lo que haría un postre bañado de chocolate caliente en una noche lluviosa. No sea tan cuidadoso con los números, omita algunos detalles específicos, deje lugar para uno o dos insinuaciones sutiles y, por cierto, añádale color para hacerlo más interesante. Entonces, cuando usted sienta que el oyente está lo suficientemente desinformado, no se tome la molestia de corregirlo. Quédese callado. Cálmese con el pensamiento de que nada más (¿?) será traspasado a otra persona. Es decir, no es que usted le haya robado a un banco o algo así. Usted solamente olvidó mencionar unos pequeños detalles que realmente no hacen mucha diferencia, ¿cierto? ¿Cómo podría eso causar algún daño? ¿Por qué ser tan detalloso? Bueno, permítame hacerle algunas preguntas relacionadas a eso.
- ¿Cuán preciso espera que su médico sea cuando le habla de lo que encontró durante la cirugía? ¿Importan mucho las palabras?
- ¿Qué de un contrato? ¿Se va a molestar por cosas como los términos y las implicaciones y las cantidades de dinero y los porcentajes?
- ¿Se siente usted cómodo con el vendedor de autos o de seguros que le dice una cosa hoy y algo un poco diferente pasado mañana?
- ¿Ha salido en citas con un tipo que tiene una pequeña dificultad para contar la misma historia de manera igual en cada ocasión? ¿La idea de casarse con él le provocó algo de nerviosismo?
- ¿Qué de un pastor o consejero que le dijo que no se preocupe con los detalles exactos de lo que la Biblia dice? ¿Qué si él parecía pensar que cada una de las declaraciones que «así ha dicho el Señor» no era tan importante?
Hablando de lo cual, la comunicación al estilo de Dios no parece dejar margen para generalidades. Él le dijo a más de un profeta que diga las cosas dolorosamente como son y que las haga de lo más obvio. Él le dio a Moisés exactamente diez mandamientos, no «aproximadamente una docena». Él le dijo a Jonás que vaya directo a Nínive, no «a cualquier ciudad que te parezca justo, amigo». Él menciona Su interés en cada jota y tilde de Su Palabra, no «solo las partes que sean fáciles de leer y de cumplir».
El Dios que espera que Sus hijos se porten bien no se escapa los fines de semana, dejando una nota en la puerta que dice: «Cualquier cosa que te dé la gana…». La preservación de un texto inerrante asume un trato respetuoso y una comunicación precisa.
¿Recuerda lo que Pablo les escribió a los corintios que habían comenzado a enredar las Escrituras con unos sonidos raros y sin sentido? Valiéndose de la analogía de la música, él pregunta:
«Aun los instrumentos inanimados como la flauta y el arpa, tienen que emitir sonidos nítidos, o nadie reconocerá la melodía. Si el toque de trompeta no es entendible, ¿cómo sabrán los soldados que se les llama a la batalla?». (1 Corintios 14:7-8)
La batalla arrecia. Si alguna vez hemos necesitado una «clara señal» del clarín, el tiempo es ahora. ¿Tiene usted la responsabilidad de transmitir información a otros? ¡Aprete los labios! ¡Toque la nota correcta! ¡No distorsione ese mensaje!
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.