1 Reyes 19: 1—9

Elías tuvo miedo de las amenazas de Jezabel, ¿sabe usted por qué? ¿Por qué huyo de su permanente prioridad de servir a Dios, y se escondió temeroso bajo la sombra de ese solitario árbol, en lo más recóndito del desierto?

En primer lugar, porque no estaba pensando de manera clara o realista. Estaba tan miope que no era capaz de pensar en el origen de esa amenaza. Pensemos en esto. La amenaza no había venido de Dios, sino de un ser humano carnal e incrédulo que vivía su vida impía a años luz de Dios. Si Elías hubiera pensado de manera clara y realista, se habría dado cuenta de esto.

En segundo lugar, porque se separó de las relaciones que podía fortalecerlo.

En tercer lugar, porque se vio atrapado en la fama de una gran victoria. Nuestros momentos más vulnerables vienen, por lo general, después de una gran victoria, especialmente si esa victoria es una experiencia sublime con Dios. Ahí es cuando necesitamos prepararnos para defendernos del enemigo.

En cuarto lugar, porque estaba agotado física y emocionalmente. Elías había tenido una vida muy difícil durante años. Era un hombre perseguido, considerado por el rey como el enemigo público número uno. No hay dudas de que Elías había llegado al fin de sus fuerzas físicas y, con toda seguridad, emocionales, todo lo cual no podía sino debilitarlo espiritualmente. No sé si Elías estaba disgustado, pero lo que sí puedo decirles es que estaba agotado. Podemos oírlo en su cansadas palabras: «¡Basta ya, oh, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no soy mejor que mis padres!»

En quinto lugar, porque cayó en la autocompasión. La autocompasión es una emoción patética. Nos engaña. Exagera. Nos lleva al as lágrimas. Cultiva una mentalidad de victima en nuestra mente. Y en el peor de los casos, puede llevarnos al punto de hacernos querer morir, que es exactamente lo que le sucedió a Elías.

Le abrimos la puerta a esa patética mentira, a esa autocompasión cuando nos fijamos una norma no realista y luego no podemos estar a la altura de ella. La autocompasión ataca nuestra mente como una bestia y nos tritura con sus garras.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.