Proverbios 15, 17

Me agrada saber que Salomón no pasó por alto el descontento. Durante tres ocasiones diferentes nos dio consejos, especialmente para esos momentos cuando nos sentimos tentados a sentir lástima por nosotros mismos. Quizá se haya dado cuenta de que los tres versículos de esta semana son coplas comparativas, o sea, proverbios donde una de las frases se presenta como superior a la otra. Por ejemplo:

Mejor es una comida de verduras donde hay amor que de buey engordado donde hay odio (15:17).

En Texas, donde nací y fui criado, la carne se considera parte de la lista de alimentos que se consumen semanalmente. En otras partes de los Estados Unidos de Norteamérica, un bistec es especial, pero para nosotros es algo común.

En los tiempos antiguos, la carne se reservaba para el día de reposo y por lo general era de cordero o cabra. A los bueyes casi nunca se los utilizaba como alimento, ya que vivos eran más valiosos. Se les utilizaba para arar el campo, ya que tenían la capacidad de hacer la misma tarea en un día que lo que tomaría a tres hombres hacerla en una semana. Por consecuencia, el dueño de un buey lo alquilaba a sus vecinos una vez que había terminado su tiempo de arado y de cosecha. Era común que la gente usara el mismo buey para el trabajo de granja en una comunidad.

Por esa razón, matar un buey en esa sociedad antigua era considerado una extravagancia. Algo así como si hoy un granjero vendiera su tractor para poder comprarse caviar. Esa es la idea que el sabio presentó al escribir el proverbio, mostrando el valor tan grande del amor y la armonía, por la cual él prefería comer una pequeñita porción de vegetales que asistir a una cena pomposa donde el ambiente fuera de odio y pleitos. Para el sabio, su contentamiento se encontraba en los aspectos intangibles de la vida. ¿Quién necesita un filete miñón o una copa de champaña para dos, si no hay amor?

El proverbio hace la pregunta penetrante: ¿para qué sirve tener lo mejor si el amor y la armonía no son parte de eso? El sabio dio la respuesta diciendo que el amor que comparte con su compañera de mesa siempre es la mejor parte de la cena. Este proverbio sigue siendo tan real ahora como lo fue en el pasado.

Reflexión: Cuando comparte la cena con alguien, ¿Se distrae fácilmente con las imperfecciones de la comida, el servicio o el ambiente? ¿De qué forma el amor y la armonía entre los que cenan afectan su capacidad de disfrutar la comida? ¿Qué es lo que puede hacer durante cada comida para que los demás sientan que ese es un momento especial?

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.