1 Corintios 16:13

Años atrás cierta edición de una revista deportiva destacó un largo artículo sobre Tom Landry, ex entrenador del equipo de fútbol americano los Dallas Cowboys. Los que me conocen no se sorprenderán al saber que leí cada palabra del mismo.

Yo vivía en Dallas cuando los Cowboys fueron formados en un equipo y Tom Landry fue presentado por primera vez como mentor principal de ese saco original de deportistas poco pulidos y desconocidos. Los primeros años fueron desolados, a lo menos. El público era escaso y en lugar de porras había gruñidos. Una temporada de pérdidas llevó a otra, y como puede imaginarse, el público pronto convirtió a Landry en el objeto de asaltos verbales salvajes. Escritores deportivos añadieron insulto a la herida con sus críticas viciosas, como lo hicieron los locutores quienes insinuaron y declararon que el equipo necesitaba un entrenador con más entusiasmo externo, más pinta y más creatividad. Landry, de manera silenciosa, siguió adelante. Difamado y plagado de incomprensión, él se afirmó de una determinación como de bulldog, rehusando sucumbir a la presión del público. Darse por vencido no estaba en el vocabulario de Landry. La idea de abandonar cuando las cosas se pusieran difíciles nunca fue considerada. Su determinación disciplinada rindió fruto —una y otra vez— mientras sus Cowboys se convirtieron en una leyenda el fútbol profesional.

Más tarde a Landry lo llamaron una leyenda. . . pero él no había cambiado por dentro. Con la misma tenacidad de determinación impávida e incansable, Tom Landry le dio la gloria a Dios y declaró que la vida del apóstol Pablo era un ejemplo que todos debiéramos seguir. Cuán cierto.

Hoy día, desafortunadamente, darse por vencido se ha vuelto la moda.

Después de todo, si cuando las cosas se ponen difíciles, usted puede dejar su trabajo o salir de un equipo, por qué no aplicar esa filosofía a todo. Como una dieta o una clase o una iglesia o un matrimonio o el rol de padres. La bruma del fracaso nubla algunos asuntos y el calambre de la crítica quita la motivación. La convicción es vista ahora como una tendencia neurótica. La disciplina es considerada como algo con un dejo de sadismo. En las mentes de las masas hipnotizadas, la determinación es aquello que caracteriza a un necio empedernido. . . una cualidad no deseada ni necesitada por aquellos que buscan la aprobación del público.

Ah, entonces ¿con qué nos deja esto?

Quítele la convicción, la disciplina y la determinación y usted le ha sacado el corazón de lo que es vivir de verdad. Usted ha eliminado el desafío que permite que el juego de la vida se mantenga estimulante y gratificante. Usted se ha conformado con un empate con su rival. Usted ha borrado las cosas mismas que convirtieron a los Pattons, los MacArthurs, los Churchills, los Beethovens, los Lombardis y los Landrys en gigantes entre los enanos.

Puedo asegurarle que el evangelio fue depositado en las faldas de Europa porque Pablo estaba encendido con suficiente determinación como para proclamarlo —sin importar el sacrificio o el costo. Cuando él les escribió a los corintios, «Estén alerta. Permanezcan firmes en la fe. Sean valientes. Sean fuertes» (1 Corintios 16:13). . . ¡él sabía de lo que hablaba! Si tiene alguna duda sobre eso, usted no ha leído su autobiografía últimamente. . . escrito en sangre (2 Corintios 11:22-33). Sus palabras finales reflejan la misma determinación pulsante:

He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel. (2 Timoteo 4:7)

Muéstreme una compañía que es eficiente, progresista, dinámica y organizada —y estaría dispuesto a garantizar que detrás de bambalinas, cerca de o en la cumbre de la compañía hay un líder bien disciplinado y determinado. Lo mismo se aplica a una organización cristiana o una escuela, un hospital, un hogar, un equipo deportivo, una ciudad, un grupo militar, un banco y cualquier otra empresa.

Permítame terminar haciéndolo de esto algo personal . . . para usted. ¿Está quedándose atrás en áreas de determinación? ¿Se está volviendo negligente, por ejemplo, en sus obligaciones financieras. . . o en alguna disciplina personal. . . o en la calidad del trabajo que hace. . . o en sus hábitos de estudio. . . o en su correspondencia. . . en su puntualidad. . . o en completar las tareas que comienza? Créame, esta es una llamada de atención tanto para como para cualquiera. . . y nada de fácil para cumplir por cualquiera de nosotros —¡pero es esencial!

La historia de la humanidad está regada de la basura de personas anónimas que enfrentaron la calamidad y la privación, el sufrimiento y la crítica —y se dieron por vencidos. O —en las palabras del Salmo 78:9 —«dieron la espalda y huyeron».

A los que se sienten tentados a dar la espalda. . . los animo que, en vez de eso, ¡«permanezcan firmes. . . sean valientes. Sean fuertes»! Los beneficios de la determinación son mucho mayores que lo que ofrece la otra alternativa.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.