1 Reyes 21: 1—29

Después de dejar constancia de estas terribles profecías, dichas por el Señor a través de Elías, el escritor de 1 de Reyes hace este comentario en cuanto a las vidas de Acab y Jezabel: «No hubo realmente nadie como Acab, que se vendiera para hacer lo malo ante los ojos del Señor, pues su mujer Jezabel lo incitaba» (1 Reyes 21:25). ¡Qué pareja! Estaban asociados para las peores iniquidades, hasta que Dios finalmente les dijo: «¡Basta!»

Aquí encontramos dos serios y solemnes recordatorios que debemos considerar.

En primer lugar, que la paciencia de Dios tiene un límite. Nadie sabe hasta cuándo. Los molinos de la justicia de Dios muelen despacio, pero muelen muy bien. El Señor, por su gran paciencia y misericordia, espera que nosotros escuchemos su voy y le obedezcamos. La gente oye el Evangelio de la salvación y no responde. Pero Dios espera. Algunos dicen conocerlo, pero viven de una manera que dice todo lo contrario. Dios sigue esperando.

La paciencia de Dios a veces nos frustra particularmente cuando el mal persiste y Él no interviene para detenerlo. En momentos así, nos resulta fácil convencernos de que el mal pasa todo el tiempo desapercibido.

Usted y yo no sabemos en qué punto llega Dios a su divino límite, y dice: «¡Basta! ¡Es suficiente! ¡No voy a seguir tolerando esto!» Pero yo sé por este pasaje y otros de la Biblia, por lo que hizo en Sodoma y Gomorra, con Herodes Agripa, y con Acab y Jezabel, que la paciencia de Dios puede finalmente agotarse, y de hecho se agota. No se engañe creyendo que su paciencia es eterna.

En segundo lugar, Dios cumple su palabra. Nadie la detiene. Jamás se olvide lo que leyó en esta parte. Acab y Jezabel eran muy poderosos, muy intimidantes, muy impíos. Pensaban que ellos lo controlaban todo, que eran invencibles. Pero cuando Dios intervino, fue su fin. No pudieron detener el castigo divino.

Si usted es un hijo de Dios, Él no le echará de su familia. Pero si se niega tercamente a obedecerlo, andando en sus propios caminos, su disciplina será muy dura para con usted. Él le ama demasiado como para no tener en cuenta sus acciones.

Dios es bueno y justo. Y cuando su justicia finalmente decide actuar, no hay forma de escapar de ella. Si usted piensa lo contrario, está lamentablemente fuera de la realidad.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.