Salmo 103:1,4
Bendice, alma mía, a Jehová . . .
El que te corona de favores y misericordias.
Salmo 103:1,4
El soberano Dios altísimo gobierna nuestras vidas. Así que es obvio que, si alguna vez vamos a sentir alivio, Dios tiene que dárnoslo. Dios es el autor del alivio. Él es el que nos concede la paz, la satisfacción, la calma. Es más, pienso que alivio es un sinónimo maravilloso de misericordia. La misericordia es la compasión activa de Dios, que Él demuestra al desdichado. Cuando estamos en tiempo de profunda angustia y Dios activa su compasión para darnos alivio, experimentamos misericordia . . .
El eslabón de conexión entre un Dios Santo y la persona pecadora es el amor de Dios, que activa su gracia, la cual, a su vez, pone en movimiento su misericordia. Son como una especie de fichas divinas de dominó que caen una sobre la otra. Él nos ama no debido a algo que haya en nosotros, sino debido a algo que hay en sí mismo . . . La gracia estimula la misericordia . . . y allí está: ¡qué alivio!
Adaptado del libro, Sabiduría Para el Camino: Palabras Sabias para Personas Ocupadas (Grupo Nelson 2008). Copyright © 2008 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.