Gálatas 5:22-23

La fuerza de voluntad es un concepto olvidado en los círculos cristianos de hoy. Muchos de nosotros somos blandos, grasosos y gordos por dentro o por fuera. . . o ambos.

Los excesos y el bajo rendimiento en nuestra era han creado un monstruo que posee una mente floja, la vista borrosa, las manos avaras, de piel delgada, con su centro redondo y su asiento amplio. ¡Píntelo color celeste!

¿Qué es lo que ha producido este producto extraño y acolchonado? Los griegos dirían: «Una seria deficiencia de enkrateia». No se refiere a una vitamina, es una virtud —el dominio propio

La palabra en realidad significa: «poder o fuerza interior». Al ampliar el significado, incluye cosas tales como el tener maestría o posesión de algo, el poder controlador de la mente (bajo la operación del Espíritu de Dios), la fuerza interior para resistir y refrenar, la fuerza para no excederse y para no actuar a base de un impulso.

Pablo usa este término en 1 Corintios 7:9 en referencia al control del deseo sexual. Él lo vuelve a mencionar en 9:25 cuando habla del control del atleta sobre su propio cuerpo y sus deseos durante el tiempo de entrenamiento para una competencia.

Tal entrenamiento exigía una disciplina rígida y severa, mezclada con separación y soledad. Una exigente disciplina del alma era la compañera constante de un atleta griego en el primer siglo. Enkrateia llegaba a ser su segundo nombre por diez largos meses.

En Gálatas 5:23 esta virtud ocurre en la lista del fruto del Espíritu. Pero para que no crea que esto es algo que Dios repentinamente deja caer sobre usted sin alguna participación suya, permítame citar 2 Pedro 1:5-6 para mantener las cosas en equilibrio:

En vista de todo esto, esfuércense al máximo por responder a las promesas de Dios complementando su fe con una abundante provisión de excelencia moral; la excelencia moral, con conocimiento; el conocimiento, con control propio; el control propio, con perseverancia; la perseverancia, con sumisión a Dios.

Favor de observar dos cosas. En primer lugar, esta es una serie de mandatos para el cristiano —esta es nuestra responsabilidad. En segundo lugar, el cumplimiento de los mandatos requiere un esfuerzo «al máximo» —esto requerirá un esfuerzo sacrificial. . . ¡sangre, sudor y lágrimas en cuanto a lo emocional!

Para el resto de esta lectura quisiera aplicar el dominio propio a nuestras vidas, del cuello para arriba. Naturalmente, somos el producto de lo que pensamos. Nuestras acciones y reacciones originan en nuestra mente. ¿En qué piensa usted? ¿A qué le dedica la mayoría de su energía mental? ¿Cuánto aporte mental que es independiente, firme, serio y controlado hay en su día como promedio?

Esta clase de preguntas me obsesionan cuando considero cómo un fenómeno como ver la televisión ha saturado tanto a nuestra sociedad. Considere los siguientes datos, los que fueron captados en el tiempo que escribía estas líneas:

El 95 por ciento de los lugares de residencia de los estadounidenses —más de 60 millones de hogares—tienen un televisor. Unos 100.000 aparatos están siendo añadidos cada mes que pasa. Más de 106 millones de adultos se encuentran frente a un televisor en una semana promedio en Estados Unidos. ¿Y con qué frecuencia son encendidos esos aparatos? El promedio semanal norteamericano es de 48 horas. El hombre promedio mira por 26 horas por semana, mientras que una mujer mira por 30 horas. Una encuesta nacional reporta que el alumno promedio de la secundaria pasa más tiempo frente a un televisor durante su vida que la suma total de tiempo que pasa frente a un profesor desde el kinder hasta completar la secundaria.

No es necesario que le recuerde que no estoy en contra de la televisión. Soy dueño de una y me encanta mirar programas selectos de manera regular según me lo permite el tiempo. Sin embargo, es algo demasiado serio cuando una nación ha llegado a tener tal ausencia de dominio propio que no podemos apretar el botón de «apagado» y darle a nuestros ojos y nuestras mentes un merecido descanso del vendaval constante de propaganda cósmica.

Es una pena que muchos cristianos tienen mejor memorizado el listado de programas diarios que un solo capítulo de la preciosa Palabra de Dios. Debido a nuestra falta de dominio propio, el deseo que nos empuja es el de tener entretención y diversión, en vez de ser estimulados por la lectura, o diálogos familiares, o meditación silenciosa, o planificación personal y el establecimiento de metas.

Sugiero que usted ataque este problema con un rifle cargado, no con una honda. Tome un área de necesidad a la vez y, a disparos, hágala someterse a través de la oración insistente y la determinación mientras que el Espíritu provee la pólvora. Encontrémonos en el polígono de tiro. Creo ya escuchar algunos disparos.

No deje de depender en el poder del Señor mientras usted trabaja en el control propio, sabiendo que la fuerza de Él es suya. Crea y entienda lo que está en Romanos 8:9-14.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.