Proverbios 16:17-18
Como mencioné ayer, recuerdo que en muchas ocasiones se me habló de la importancia de pararme solo, de establecer mi propia agenda, no tratar de ser algo que no era y, sobre todo, caminar humildemente con mi Dios.
«El orgullo te tragará vivo, hijo. Simplemente, sé lo que eres».
No puedo contar las veces que escuché cómo me citaban las palabras de las Escrituras que asaltaban la arrogancia falsa y defectuosa. Versículos como estos:
Pues, ¿qué derecho tienen a juzgar así? ¿Qué tienen que Dios no les haya dado? Y si todo lo que tienen proviene de Dios, ¿por qué se jactan como si no fuera un regalo?». (1 Corintios 4:7)
Y:
le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es». (Romanos 12:3)
Y el gran consejo de Salomón:
Que te alabe otro y no tu propia boca;
que lo haga un desconocido, no tus propios labios. (Proverbios 27:2)
¡Poco entendí, en ese tiempo, lo valioso que era empezar la vida de manera insignificante! Pero ya he vivido lo suficiente para darme cuenta de que empezar en cualquier otra parte que no sea el fondo podría haber resultado en el ser deslumbrado —especialmente en el ministerio— cuando los creídos en la cima me hubieran invitado a ser uno de ellos. No gracias. No me interesa.
Todo esto me vino de golpe a la mente cuando leí el divertido diálogo que el animador Sid Caesar incluye en su autobiografía, Where Have I Been? [¿Dónde he estado?]. Carl Reiner, el reportero del aeropuerto, está entrevistando a Caesar quien tiene el rol del Profesor Von Houdinoff, un experto sobre los magos.
REINER (confundido): Lo que entiendo de lo que usted trata de explicar, su libro dice que hay una conexión entre las ilusiones de los magos y lo que ocurre a las personas en la vida real.
CAESAR: Lo has captado bien, joven.
REINER: ¿Me puede dar un ejemplo?
CAESAR: ¿Desea un ejemplo de gran poder ilusorio?. . . Hans Schnorkel. . . un francés. Él estaba preparando un truco con un tiburón. Así que se consiguió este tiburón. . . un tiburón tigre de 900 kilos. . . y puso el tiburón en un tanque con más de 3 millones y medio de litros de agua de mar. . . Entonces se paró al lado del tanque e hizo que le esposaran las manos, detrás de su espalda. . . Y allí estaba, esposado con solo un traje de baño. . . Entonces Hans se lanzó al tanque con el tiburón. . . Tan pronto Hans entró en contacto con el agua, el tiburón giró hacia él y, poco a poco, comenzó a avanzar hacia Hans. Y Hans, solo se paró allí en el tanque y miró directo a los ojos del tiburón. . . Y el tiburón solo se quedó quieto y miró de vuelta directo a los ojos de Hans. . . Y entonces, de repente, el tiburón giró sobre su estómago. . . y se lo comió.
REINER (incrédulo): ¿Se lo comió? ¿Qué tipo de ilusión es esa?
CAESAR: Es una muy buena ilusión. . . pero uno debe hacerla de manera correcta. Ves, no debes empezar a practicar con un tiburón. Uno debe empezar con una olomina, un pez dorado, un lindo arenque, un pedazo de salmón no sería malo. . . no se vuelva loco de primeras con un tiburón.
REINER: Esa es una historia interesante, Profesor, pero ¿cómo se aplica a la vida real?
CAESAR: ¿Cómo? ¿No puedes verlo? ¿No logras hacer la conexión?
REINER: Lo siento, Profesor . . . no puedo.
CAESAR: Si tu empiezas demasiado grande, puedes permitir que te coman.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.