1 Corintios 6:1-8
La ley nunca ha logrado captar mi interés.
No me mal entienda. No es que yo crea que no la necesitemos . . . es solo que me deja frío. Frunce su ceño y hace demandas. Requiere y advierte y amenaza. Con una mirada intensa y gris, nos atreve a olvidar sus reglas o siquiera considerar desobedecer sus reglamentos.
Lo sé, lo sé. Nos protege. Nos provee un recurso cuando hemos sido asaltados o abusados. Es el máximo de los palos grandes que podemos presentar cuando encarando a un adversario. Por lo tanto, «¡Entablaré una demanda!» se ha convertido en nuestro lema nacional, lo que calza perfectamente en nuestra sociedad egoísta.
«Tengo mis derechos».
«Me lo merezco».
«No tengo que soportar eso de parte suya».
Esas son las palabras usadas con demasía por nuestra generación extremista. Ahora hay padres que son demandados por sus hijos. Profesores son demandados por sus alumnos. Entrenadores son demandados por sus jugadores. Cónyuges son demandados por sus compañeros, y esto no se limita solo a los inconversos. Los cristianos se encuentran hasta el cuello en el pantano legal. Vecinos cristianos se interponen demandas. En escuelas cristianas, profesores cristianos entablan demandas contra los administradores. Iglesias no solo ponen demandas contra otras iglesias, también existen congregaciones que ponen demandas contra sus pastores—y viceversa. Miembros de las congregaciones que tienen reclamos por la consejería recibida de sus pastores ahora están yendo a las cortes para expresar sus molestias y buscar compensación económica.
Sí, hermanos y hermanas en la familia de Dios están poniendo demandas y exigiendo sus derechos . . . a veces excluyendo algún intento de buscar cara a cara la reconciliación. Usted pensaría que 1 Corintios 6:1-8 está escrita en jeroglíficos, o que ya no se considera parte del texto bíblico.
Ahora, no crea que soy tan ingenuo como para creer que los cristianos no necesitamos la ley o que nunca tenemos razón de reclamar algo . . . o que no soy capaz de ver que existen personas hábiles para aprovecharse de otros—lobos vestidos de ovejas—quienes embaucan a y se aprovechan de las ovejas. Debemos tener discernimiento, estar alertas, y siempre tener presente que la depravación humana debe ser resistida, y en ocasiones debe ser expuesta.
Pero la manera en que hacemos eso, el espíritu con el cual manejamos nuestros conflictos, las actitudes que exhibimos cuando estamos elaborando un proceso de reconciliación son cruciales . . . allí es donde, a menudo, nuestro cristianismo queda expuesto a la crítica. Y es en ese momento que tenemos la oportunidad para exhibir la maravillosa gracia de Cristo.
¿Vale la pena una victoria en el gran salón de la corte? Jesús dijo: «¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero pierdes tu propia alma?» (Mateo 16:26).
Mañana vamos a considerar lo que Dios ofrece como alternativa para el pantano legal.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.