Salmo 42:1

Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas.
así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Salmo 42:1

Sea lo que sea que podamos decir que es la santidad, no está solo a flor de piel. Es algo por debajo de la superficie de una vida, muy profundo en el ámbito de la actitud . . . una actitud hacia Dios mismo.

Mientras más pienso en esto, más estoy convencido de que el santo es aquel cuyo corazón es sensible hacia Dios, alguien que toma a Dios en serio. Esto se evidencia en un magnetismo muy obvio: el individuo tiene hambre y sed de Dios. En las palabras del salmista, el santo tiene un alma que «jadea» por el Dios viviente.

El que persevera en esta búsqueda puede ser joven o viejo, rico o pobre, citadino o campesino, líder o seguidor, de cualquier raza, color o temperamento, activo o tranquilo, casado o soltero; nada de esto en realidad importa. Pero lo que sí importa es el anhelo interior del individuo por conocer a Dios, escucharle, y andar humildemente con Él. Como mencioné, el santo toma a Dios en serio.

Adaptado del libro, Sabiduría Para el Camino: Palabras Sabias para Personas Ocupadas (Grupo Nelson 2008). Copyright © 2008 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.