Lamentaciones 3:55-57

Invoqué tu nombre, oh Señor, desde la fosa más profunda. Tú oíste mi voz. No escondas tu oído a mi clamor, a mi grito de auxilio. Te acercaste el día que te invoqué, dijiste: No temas. —Lamentaciones 3:55-57

PADRE NUESTRO, ENCONTRAMOS ALIVIO al saber que Tú estás aquí con nosotros. Hablamos contigo como si estuvieras sentado frente a nosotros. Porque, aunque no te podemos ver, creemos que estás aquí. Tú eres quien trae el alivio a nuestras vidas. Sin Ti viviríamos en plena soledad. Las noches nunca terminarían, las presiones serían más de lo que pudiésemos aguantar. Las pruebas serían incalculables pensando en que tendríamos que vivir esta jornada solos, pero te agradecemos que no sea así.

Estás aquí con nosotros y estás al control. Te pedimos que tomes cada parte de nosotros. Toma nuestros temperamentos, personalidades, nuestros dones, motivaciones, ambiciones, sueños, fracasos, esperanzas, dolores, decepciones y todo lo que conforma nuestra vida. Toma lo que tenemos, a nuestros seres queridos y llévalos al lugar donde podamos encontrarte de tal forma que seamos santificados por Ti.

Te pedimos que tomes el control de esas personas y esas situaciones que están más allá de nuestro control. Quita la preocupación de nuestras mentes porque al igual que las espinas y los brezos que sofocan un lindo jardín y ahogan los retoños, la preocupación tiene la habilidad de sofocarnos para que no podamos oír lo que quieres decirnos.

Confiamos en que responderás nuestras oraciones. Oramos en el nombre misericordioso de Jesús, nuestro Salvador y nuestro Dios. Amén.

Véase también Job 5:17-18; Salmos 94:12-14; 2 Tesalonicenses 1:6-8

UN MINISTERIO DE ESTIMULO

Su verdadero nombre era José, pero todos le llamaban Bernabé, “hijo de consolación”. No es de extrañarse por qué. Cuando la nueva congregación perseguida de Jerusalén se encontraba contra la pared y en dificultades financieras, Bernabé vendió parte de su terreno y lo donó al ministerio (Hechos 4: 32-37). A eso le podemos llamar un estímulo de las finanzas.

Tampoco tuvo miedo de pararse al lado de un nuevo cristiano al cual la mayoría miraba con sospecha. Bernabé trajo a Saulo de Tarso a Antioquía y le dio el apoyo con el cual impulsaría su liderazgo (Hechos 11: 22-26). A eso le podemos llamar un estímulo de compañerismo.

Cuando Pablo y Bernabé estaban por comenzar otro viaje misionero, hablaron de la posibilidad de traer a Juan Marcos, un joven que anteriormente y usando las palabras de Pablo, “había desertado” (Hechos 13: 13; 15:38). Pablo rehusó llevarlo, pero Bernabé se mantuvo firme, creyendo en el carácter de Juan Marcos, a pesar de lo que había ocurrido antes. Ambos se separaron debido a la discusión, y Bernabé continuó el viaje con Juan Marcos, ejemplificando así un estímulo a pesar del fracaso.

Todos necesitamos que nos estimulen en la actualidad. ¿Conoce usted a alguien que necesita un estímulo financiero? ¿Un estudiante? ¿Una pareja joven? ¿Un siervo olvidado de Dios? ¡Estimule generosamente!

¿Qué tal alguien que deba ser promovido a un lugar donde pueda ser más útil, pero necesita su apoyo? ¡Apóyelo! Échele le mano. Defienda su carácter. Esa persona necesita su compañerismo.

Luego tenemos los fracasos. Sí, fallaron. Pero ¿es usted lo suficientemente grande como para extender una mano de estímulo y amor? Eleve a esa persona por encima del fracaso usando palabras de estímulo. Vale la pena. Le ayudó a Juan Marcos. ¿Cómo lo sé? Después de esos viajes él escribió el Evangelio de Marcos y años después, el mismo Pablo lo manda a llamar admitiendo que Juan Marcos era un hermano útil para él (2 Timoteo 4:11).

¡Cuán esencial es el ministerio del estímulo!

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.