Jueces 21:25; 1 Samuel 1:1-28
El ambiente en Israel, antes de los gloriosos días del rey David. Ha transcurrido un largo período, unos doscientos años de guerras interminantes, de ciclos de acontecimientos en los que Israel sufrió de invasiones seguidas de épocas de hambruna; y luego de un juez que se levantaba para dar una paz temporal. Durante la temporada de paz, la gente volvía a pecar, y se iniciaba otra vez el mismo ciclo. Había otra invasión seguida por una derrota cuya consecuencia era una hambruna, y esto se volvía cada vez más severo. Esta historia tiene lugar en un período tranquilo de ese tiempo de violencia, durante una temporada de relativa paz. Los días eran desacostumbradamente tranquilos y sin nada en particular.
El pueblo de Israel había vuelto a un estilo de vida relajado, que podría describirse como absolutamente complaciente. Su actitud hacia Dios y su visión para ellos, como nación, se había vuelto indiferente, desinteresada y aburrida. Su líder, el sumo sacerdote, es Elí, un anciano a quien ha comenzado a fallarle la vista. A menos que algo cambie, dará las riendas del liderazgo a sus dos hijos rebeldes, Ofni y Fineas, quienes eran sus ayudantes en el tabernáculo, el lugar de adoración durante este período de la historia de Israel.
Hay más que decir en cuanto al ambiente; por tanto, tenga paciencia conmigo. Unos pocos años antes, una mujer llamada Ana visitaba regularmente el templo. Pasaba la mayor parte de su tiempo en oración, rogándole a Dios el regalo de un hijo. Ella le prometió al Señor que si le concedía su petición, le devolvería a Dios el niño. El Señor finalmente se lo concedió, y Ana lo llamó Samuel, un nombre apropiado pues significa «pedido a Dios». Poco después de ser destetado, Ana cumplió la promesa y puso a Samuel bajo el cuidado de Eli, el anciano y casi ciego sumo sacerdote de Israel, quien se hizo responsable del cuidado y la educación de Samuel. Era su tutor en las cosas espirituales, preparándolo para una vida de servicio a Dios.
Toda la nación de Israel, anclada en una inercia política y espiritual, estaba medio dormida, en un estado de apatía permanente. Dios está callado. Todo el mundo está pasivo. Nadie tiene visiones, excepto quizás pocos charlatanes. Suena como si fuera hoy, ¿verdad?
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.