Génesis 22:1-14
En esta fascinante historia de fe, sacrificio, confianza y obediencia, veo las características de un Dios que no pidió nada de Abraham que Él mismo no se demandara. Por ser esto tan importante, no puedo resistir compartir con usted tres grandiosas verdades acerca de nuestro Dios, que veo ilustradas aquí.
Dios el padre no enseñó como vivir cuando renunció a Su amado Hijo para dárnoslo a nosotros. Nueve meses antes de aquella maravillosa noche en Belén, el Padre envió a Su Hijo. Cristo voluntariamente dejó su trono de autoridad absoluta en el cielo y desechó el uso de su divina autoridad, para convertirse en un bebé indefenso; como humano, sujeto a todos los dolores, las aflicciones y las limitaciones que nos afectan a todos nosotros, maduraría, aprendería, serviría, sufriría. . . y moriría. Si el padre estuvo dispuesto a renunciar a Su Hijo para dárnoslo a nosotros, ¿qué pudiera tener más valor para nosotros, para que se lo neguemos a Él?
Dios el Hijo no enseñó cómo morir cuando renunció a sí mismo para darse al Padre. La respetuosa obediencia de Isaac a su padre ilustra esto a la perfección. Se dio a sí mismo a la voluntad de su padre, y dejó que lo colocara sobre el altar del sacrificio sin resistirse. Eso fue exactamente lo que el Hijo de Dios hizo en el Calvario. Cuando nuestra fe es madura, no tememos a la muerte.
Dios el Espíritu nos enseñará cómo vivir y cómo morir después de que aprendamos a renunciar a lo que nos tiene agarrados (la última no es un error). Mientras seamos propiedad de cualquier cosa que nos tenga agarrados, nunca nos daremos completamente al Espíritu Santo. Este sería un momento excelente para que usted haga un autoanálisis. ¿A qué cosa(s) o quién(es) se está usted aferrando? Suéltelos, déjelos que se vayan.
Es posible que el Señor esté en el proceso de quitarle eso. Lo jalará suavemente al comienzo, dándole la oportunidad de que lo suelte. Pero si usted se resiste, Él fielmente tendrá que arrancárselo de las manos, y puedo asegurarle que eso le va a doler. ¿Mi consejo? Entrégueselo voluntariamente. Confíe en que el Señor proveerá. Él tiene otro carnero en el matorral. Usted no lo puede ver ahora mismo, pero Dios lo tiene y espera el momento para mostrárselo. Solo después de que usted haya puesto su sacrificio sobre el altar estará preparado para recibir la provisión de Dios.
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.