Salmos 27

Aunque la primera reacción de David hacia el temor no era un ruego de auxilio lleno de pánico, eso no significaba que él vivía en negación. Más bien, significaba que él celebraba el poder de Dios y recordaba los triunfos pasados. David utilizaba ese momento para pedirle a Dios lo que necesitaba. Sin el pánico atacándolo, David expresaba sus deseos con una emoción intensa.

PETICIONES

Los versículos del 7 al 12 expresan los pedidos del salmista:

Escucha, oh Señor, mi voz con que clamo a ti. Ten misericordia de mí y respóndeme. Mi corazón ha dicho:
«Busquen su rostro». ¡Tu rostro buscaré, oh Señor! No escondas de mí tu rostro; no apartes con ira a tu siervo. Tú has sido mi ayuda; no me dejes ni me desampares, oh Dios de mi salvación. Aunque mi padre y mi madre me dejen, con todo, el Señor me recogerá. Enséñame, oh Señor, tu camino; guíame por sendas de rectitud a causa de los que me son contrarios. No me entregues a la voluntad de mis adversarios, porque contra mí se han levantado testigos falsos que respiran violencia.
(vv. 7-12)

Más que analizar estos versículos de manera individual, analicémoslos como un conjunto. Observe los imperativos que aparecen en estos versículos.

Versículo 7: «Escucha. . .  ten misericordia de mí. . . respóndeme».
Versículo 9: «No escondas. . .  no apartes. . .  no me dejes ni me desampares».
Versículo 11: «Enséñame. . . guíame».

Versículo 12: «No me entregues a. . .  mis adversarios».

A mí me parece que David no está haciendo una oración monótona como si fuera un rezo mecánico. Yo creo que David está abriéndose ante Dios, una oración llena de determinación. De manera respetuosa y con efervescencia ilimitada, el compositor menciona sus peticiones sabiendo que son parte de la voluntad de Dios. En otras palabras, David no le estaba pidiendo a Dios nada que él no le hubiese prometido ya. En la actualidad, sería bueno que imitásemos al salmista con esa clase de oraciones. Después de todo, el Señor quiere concedernos esas peticiones. Los siguientes son tres versículos que hablan del mismo tema:

«Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia para que alcancemos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16).

«La ferviente oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho» (Santiago 5:16).

«Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias» (Filipenses 4:6).

Cuando leo estos versículos, me doy cuenta de que muchas veces nos hace falta ser más fervientes con nuestras oraciones. Nos falta ser más abiertos. Debemos pedirle a Dios de corazón. Nuestro Dios se complace cuando le pedimos honestamente y sin dudar.

Antes de pasar a la última estrofa de la canción de David, note lo que dice el versículo 10: «Aunque mi padre y mi madre me dejen, con todo, el Señor me recogerá». En medio de esa lista de peticiones, encontramos una admisión breve de David. Sus padres, por alguna razón que no conocemos, le habían «abandonado». El término original hebreo significa abandono o deserción. A mí me intriga que los propios padres de David lo habían abandonado aun cuando él era un hombre justo. Pero también me emociona ver la seguridad de David al decir: «el Señor me recogerá».

¿Recuerda usted las conmovedoras palabras de Isaías 49:15 -16? ¡Qué gran esperanza nos ofrecen!

«¿Acaso se olvidará la mujer de su bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas se olviden, yo no me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada; tus murallas están siempre delante de mí».

El profeta, hablando de parte de Dios, dice que las madres tal vez pueden olvidarse de sus recién nacidos, pero el Señor nunca olvida a los suyos. Y eso le incluye a usted.

¿Le han abandonado? ¿Sus padres se han vuelto contra usted? Aun cuando usted ha intentado mantener una relación saludable con ellos, ¿ellos no le comprenden? ¿No están de acuerdo con usted? Rehúse caer en la amargura. Acepte la seguridad que el Señor quiere darle. Usted no tiene nada que temer porque usted tiene en su corazón al que ha vencido el temor. Su cuidado es más constante que el de sus padres.

Afirmando el alma: ¿Pasa usted mucho tiempo bajo presión? (A propósito, la presión es otra forma de temor). Durante esta semana, planee al menos un par de veces, alejarse de sus actividades normales y dedique ese tiempo a cantarle alabanzas a Dios y a presentar sus peticiones. Mírelo como una inversión en su productividad espiritual.

Rehúse caer en la amargura. Acepte la seguridad que el Señor quiere darle.

Charles R. Swindoll Tweet esto

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.