Salmos 149
El Salmo 149 además de ser un llamado a alabar a Dios en épocas de bendición y ser un estímulo para alabarle en tiempos de sufrimiento, también es un llamado a la guerra.
Alabemos a Dios en épocas de guerra. Exalten a Dios con su garganta, y con espada de dos filos en sus manos para tomar venganza de las naciones y dar castigo a los pueblos, para aprisionar a los reyes con grilletes y a sus nobles con cadenas de hierro, para ejecutar en ellos la sentencia escrita. Él será esplendor para todos sus fieles. ¡Aleluya!
En el versículo 6, el pueblo de Dios sabe que aun cuando está cantándole alabanzas a Dios, debe tener su espada preparada. Esta puede ser una ilustración extraída de los días de Nehemías, cuando los judíos reconstruían el muro de Jerusalén. La Biblia dice que ellos cantaban alabanzas mientras trabajaban y a la vez estaban listos para la batalla. La imagen es la de un trabajador que tiene una pala en una mano y una espada en la otra. En otras palabras: «¡no baje la guardia! ¡No se desanime! y ¡no se rinda!»
En términos prácticos, el mensaje es ser fiel a la Palabra de Dios, la espada del Espíritu (Efesios 6:17), la espada de dos filos (Hebreos 4:12). La enfermedad y el sufrimiento tienen la tendencia de debilitar nuestra fe si dejamos de alimentar nuestros pensamientos con la Palabra de Dios. La alabanza, así como florece fragante, se marchita rápidamente. El afligido debe asirse de la espada de la verdad que es el consejo sabio. Esta es una de las razones por las cuales debemos compartir una porción de la Biblia con aquellos que están enfermos cuando los visitamos. Con ello, les ayudamos a mantener un agarre firme en la espada de dos filos.
Los versículos 7 al 9 son los más difíciles de entender en esta canción. Tal como lo mencioné anteriormente, es importante que interpretemos este salmo de manera histórica y pensando en el judío creyente.
Los enemigos de Israel eran enemigos de Dios, y por eso Israel se entrenaba para ser una fuerza agresiva y militar en contra de la maldad (hasta la fecha). Una vez que Israel obtuvo la tierra de Canaán, Dios no le permitió que conquistara otra tierra, únicamente que defendieran la suya.
La tierra que Abrahám y sus descendientes hebreos recibieron era considerada tierra santa, el territorio que le pertenecía al reino de Dios.
Por lo tanto, los invasores recibían el juicio de Dios. De esa forma, Dios usaba Israel para vengarse de las naciones y castigar a los pueblos que profanaban el reino de Dios. Esta sentencia fue «escrita» (v. 9) en pasajes como Deuteronomio 32:42-43, Joel 3 y Zacarías 14.
De manera práctica, los versículos 7 al 9 exhortan al cristiano en la actualidad para que luche en contra de Satanás y todo su ejército de demonios. Nuestra guerra no sucede en un campo visible sino más bien en un campo invisible; no somos atacados con pistolas o bombas sino con el engaño de Satanás y la tentación del pecado. Esto es precisamente lo que 2 Corintios 10:3-5 nos dice:
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Destruimos los argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.
Seamos entonces tan agresivos y firmes contra nuestro enemigo espiritual así como Israel lo era contra los enemigos de la nación. Después de todo, «Él será esplendor para todos sus fieles» (v. 9). Pensar que Dios nos permita ser parte de su tropa de combate es todo un honor.
Que Dios sea exaltado por capacitarnos para la batalla, por darnos la fuerza para la lucha y por animarnos con la promesa absoluta de la victoria.
Los momentos de sinsabor con frecuencia son utilizados por el demonio para atacarnos, pero no olvide que la victoria es nuestra.
Afirmando el alma: No lo olvide, estamos en guerra. ¿De qué forma ha experimentado el ataque del enemigo? ¿Cómo reaccionó? Cuando el engaño o la tentación le atacan, apártese por un periodo de tiempo a otro lugar y comience inmediatamente a alabar a Dios, ya sea por medio de una canción o la oración. Antes de volver al lugar donde se encontraba antes, lea algo de la Palabra de Dios.
Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.