Colosenses 2:6-7

Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en él; firmemente arraigados y edificados en él y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud. Colosenses 2:6-7

ERES INFINITAMENTE SANTO, Padre celestial. Va más allá de nuestra comprensión imaginar a alguien tan puro. Eres bueno y lleno de gracia. Eres lleno de amor y bondad. Tu misericordia se equilibra perfectamente con Tu justicia aun cuando no podamos entenderla. Te preocupas por nosotros aun cuando nosotros no nos preocupamos por nosotros mismos. Nos buscaste y nos salvaste cuando íbamos en otra dirección. Enviaste a tus sabuesos desde el cielo para buscarnos. . . y Tú nos encontraste. . . y nos encontraste y nos conquistaste.

Te lo agradecemos. Diste a aquel que no conoció pecado para que fuese pecado por nosotros y transferiste Su justicia hacia nosotros. A nosotros que anteriormente éramos unos indignos y sucios marginados, todavía esto nos parece increíble.

Te amamos, Padre celestial, porque Tú nos amaste primero. Es con el corazón rebosante de gratitud que confesamos que somos Tuyos y nuestras vidas están en Tus manos. Tu infinita misericordia, gracia y bondad, mostradas a nosotros en Cristo vislumbran Tu santidad infinita. Nuestra gratitud no conoce límites. En el nombre de Jesús, que hace que la intimidad contigo sea posible, te damos gracias. Amén.

Véase también Lucas 19:10; 2 Corintios 5:21; Hebreos 12:28; 1 Juan 4:19.

UN CIEN POR CIENTO
¿Se acuerda de esa palabra olvidada: justificación? Quiero darle mi definición personal: «Es el acto soberano de Dios por medio del cual declara justo al pecador creyente mientras continúa en una condición de pecador». Léalo nuevamente pero ahora lentamente.

Dios de repente no nos hace justos. Él nos declara justos. Tres palabras sobresalen en esa definición: «nos declara justos». ¿Qué tan justos nos declara? Nos declara justos al cien por ciento.

Cuando consideramos cuan pecadores y depravados somos todos en realidad, la comprensión de este hecho es impresionante. Piénselo, al creer en la muerte sustitutiva y la resurrección corporal de Jesucristo, el pecador una vez perdido es al instante, sin condiciones, declarado en forma permanente justo al cien por ciento. Eso significa que, a los ojos de Dios, Él nos ve desde ese momento en adelante—posicionalmente—tan puros como su Hijo. Cualquier cosa menos y no seríamos justos. . . seríamos casi justos. Lo que significa que si nosotros fuésemos solo 99. 9 por ciento justos, las palabras de Jesús al ladrón en la cruz no hubiesen sido tan ciertas. Él hubiese tenido que decir algo como: «En verdad te digo que, en algún tiempo futuro, quizás puedas estar conmigo en el paraíso. . . al menos eso espero».

¡Qué disparate! La promesa de Dios del perdón de los pecados es todo o nada. Ochenta por ciento no funcionaría. . .  ni el 90 por ciento. . . ni el 99. 9 por ciento. Seamos realistas, el 0.1por ciento sigue siendo pecaminoso. Permítame ilustrárselo de la siguiente forma. ¿Usted se tomaría un galón de agua si tuviese 0.1 por ciento de estricnina*? ¿Se sentiría bien de saber que un cirujano lo operó con guantes que estaban casi esterilizados? Cuando el Señor dijo: «Consumado es», eso fue lo que quiso decir, ya todo fue cumplido. Y por eso somos cien por ciento justificados.

* Droga altamente toxica usado como pesticida para matar pequeños vertebrados, como pájaros y roedores.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.