Efesios 4:20-25

CABALLEROS:

Hallarán adjunto un cheque por $150. Hice trampas en mis impuestos entregados el año pasado y no he podido dormir desde entonces. Si me sigue costando dormir, les enviaré el resto.

Sinceramente,
_______________

Esta nota realmente fue recibida por los servicios de impuestos internos algún tiempo atrás. Nos hace reír porque el que la envió estaba dispuesto a ser honesto hasta cierto punto . . . solo lo suficiente como para calmar su conciencia culpable . . . solo lo suficiente como para recuperar su sueño . . . pero no lo suficiente como para cortar por lo sano.

Philip Bailey, un poeta del siglo diecinueve, una vez hizo esta declaración punzante:

«El peor fraude, y el más terrible, es hacerse trampa a uno mismo.
Después de eso, todo pecado es más fácil».

Hacerse trampa a uno mismo. Eso, en realidad, es lo que se encuentra en el centro de cada acto de fraude humano. El hombre de negocios viajante que acomoda las cosas para ganancia propia o que falta a la verdad cuando rinde cuentas sobre su trabajo en realidad se está haciendo trampa a sí mismo, no a la compañía. El alumno que toma su examen de manera deshonesta se hace trampa a sí mismo, no a su escuela. La esposa que mantiene una relación ilícita con un amante secreto no le está haciendo trampa a su esposo sino a sí misma. El vendedor que viola los derechos y la confianza de otros al retener información o exagerar más allá de la verdad se hace trampa a sí mismo, no al comprador. El escritor que toma lo que otro ha escrito y lo inserta en su propio manuscrito sin darle crédito profesional al autor original se está haciendo trampa a sí mismo, no al lector.

Bailey sugiere que tal clase de fraude crea un hueco tan grande en nuestra fibra moral que «después de eso, todo pecado es más fácil». Bailey dice la verdad. Una vez que hemos abierto la puerta la caja de Pandora y empezamos a sentirnos cómodos en medio de la tortura de una conciencia asesinada, podemos aceptar fácilmente todo lo que se le puede ocurrir a nuestra vieja naturaleza.

Pregúntele a Adolf Eichmann. Una vez que aprendió a tolerar las escenas de inanición en la parte central de Polonia, le fue mucho más fácil aceptar las cámaras de gas de Dachau y Auschwitz. Cuando permite que se mueran unos cuantos judíos por inanición sin sentir emoción alguna sobre ello, ya no es gran cosa sacrificarlos por millones.

Pregúntele a Spiro Agnew. Una vez que aprendió a vivir consigo mismo, siendo un alcalde que claudicó en cuanto a sus principios dentro de sus relaciones con amigos cercanos y adinerados dueños de negocios grandes, el cargo de vicepresidente de EE.UU. no frenó estas prácticas. Haciendo trampas en cosas pequeñas no paró cuando recibió una promoción . . . se aceleró.

El hombre que hoy mete su mano en la caja del dinero efectivo será mañana el ladrón que altera los libros de las cuentas. Esto será cierto, es claro, a menos que contrarreste su tendencia deshonesta.

En Efesios 4:20-25 Dios nos da la llave que abre el candado que guarda el secreto para superar nuestra tendencia de hacer trampas. Después de declararnos la importancia de poner de lado la vieja naturaleza («que está corrompida por la sensualidad y el engaño»), Él nos dice que debemos vestirnos de la «nueva naturaleza»—¡dejar que nuestra mente renovada por el Espíritu asuma el control! ¿Y cuál es el primer paso en este proceso? El versículo 25 lo detalla. La Nueva Biblia Viva dice:

«Dejen, por lo tanto, la mentira; díganse la verdad. . .»

Deje de mentirse a sí mismo, primero, y a los demás, segundo. Admita, con toda honestidad, que hacer trampas es un autoengaño, que la pérdida más grande la sufre usted, no los demás. Rehúse generar razones o excusas o defender su engaño un día más. Y nunca olvide que una persona que fraterniza con cristianos y parece ser un santo muy dedicado puede ser un tramposo hasta la médula.

Judas es el clásico ejemplo. Él les robó a sus compañeros aun cuando le habían confiado con el cuidado del dinero (Juan 12:6). Él fue quien negoció con los enemigos de Jesús y lo traicionó con un beso engañoso. Pero el hecho más lastimoso de todos es este: Judas se engañó a sí mismo, no al Salvador ni a los discípulos.

¿Tiene usted dificultades para dormir porque su deshonestidad le tiene alterado? ¡Maravilloso! Usted debe de estar contento porque no puede dormir. ¡Es el tramposo que puede dormir el que tiene un gran problema sobre el cual valdría la pena perder el sueño!

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.