Gálatas 5:25-26
¿Qué es precisamente la envidia? ¿Cómo se difiere de su mellizo, el celo? La envidia (la más sofisticada de los dos) es el conocimiento doloroso y resentido de que otra persona disfruta de alguna ventaja . . . y es acompañado por un fuerte deseo de poseer la misma ventaja. La envidia quiere tener lo que otra persona posee. El celo quiere tener lo que ya posee. El celo es tosco y cruel. La envidia es furtiva y sutil. El celo agarra y asfixia. La envidia está eternamente tratando de alcanzar, deseando, mirando con ojos entrecerrados, pensando (y declarando) insinuaciones maquiavélicas. Si usted se detiene a pensarlo, la envidia es el peor de los dos. En Su Palabra, Dios ha declarado varias veces que Él es un «Dios celoso» . . . pero ni una sola vez dijo que Él ha sentido envidia.
La envidia encuentra maneras aceptables de expresar su resentimiento. Una metodología favorita es acercarse al tema a través del «pero». Cuando hablo acerca de alguien de quien tengo envidia, pueda que diga: «Él es un excelente vendedor, pero realmente no es muy sincero». O «Claro, ella tiene una mente brillante, pero ¡qué maestra más aburrida!». O «El hombre es un cirujano destacado, pero no le importa cobrar un dineral».
Otra vía favorita de expresión que a la envidia le encanta transitar es el acercarse al tema a través de la «inversión». Alguien hace un buen trabajo, y yo creo dudas al respecto cuestionando sus motivos. Una persona da un regalo realmente generoso, y balbuceamos: «Obviamente está tratando de impresionar». Una pareja cristiana compra un auto nuevo y unos pocos muebles finos. ¡Cuidado! Habrá alguien que dejará escapar un comentario envidioso como este: «Bueno, probablemente ellos no dan el diezmo. Nosotros tendríamos mucho más dinero para gastar si no diezmáramos».
Un tipo ingenioso escribió este verso payasesco:
Odio a las personas
Que minimizan y critican
A otras personas
Cuyos emprendimientos
Los han elevado
Más arriba de quienes los critican.¹
La vía de la «comparación desfavorable» es igual de cínica. El domingo, el barítono cumple una rendición laudable mientras un envidioso sentado en su banca piensa: «Comparado con fulano de tal, él es un fiasco». O «Si crees que mi vecino tiene un césped hermoso, debieras manejar hasta el jardín botánico de la ciudad. ¡Ese lugar hará que el césped de los Flores parezca tener la sarna!».
Es un hecho curioso que la envidia es una tensión que se encuentra a menudo entre los profesionales, los dotados y los muy competentes. Usted sabe, doctores, cantantes, artistas, hombres y mujeres de negocios, autores, animadores, predicadores, educadores, atletas, políticos y toda figura pública. ¿No le parece extraño que a gente tan capaz se les hace casi imposible aplaudirles a otros, en su misma área de trabajo, que los superan en uno o dos grados más que ellos? Los colmillos de la envidia pueden estar escondidos, pero póngase alertas cuando la criatura se enrolla . . . sin que importe cuanta cultura y dignidad parezca tener.
La Palabra de Dios nos hace una fuerte amonestación en contra de la envidia; afortunadamente, también nos dice cómo dominar la fiera que hay por dentro. Mañana hablaremos sobre eso.
¹ Roy B. Zuck, The Speaker’s Quote Book: Over 4,500 Illustrations and Quotations for All Occasions (Grand Rapids: Kregel, 1997), 93.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.