Proverbios 6

Salomón hablaba muy claro. En una época de definiciones y racionalizaciones políticas eso es muy refrescante. Las palabras que acaba de leer siguen siendo tan relevantes hoy como lo fueron cuando la tinta todavía estaba húmeda. La batalla en contra de la tentación lujuriosa no ha declinado en un milenio desde que el sabio rey aconsejaba a sus propios hijos. De hecho, es probable que las tentaciones sean más numerosas en la actualidad. La oportunidad de caer en una tentación surge cada vez que encendemos la televisión, nos sentamos en la computadora o vemos una revista. No se equivoque. Estamos en guerra contra la lujuria y luchamos por mantener una vida pura desde el momento en que abrimos los ojos a la mañana hasta que apagamos la luz en la noche. El lugar de la batalla es nuestra mente y mucho está en juego.

Déjeme recordarle que estas palabras y advertencias aparecen dentro de las secciones escritas para «mi hijo». Como padre, Salomón quería que su hijo escuchara y leyera estas palabras. Quizás esas palabras fueron escritas con una mayor cantidad sentimiento ya que su propio padre David había sufrido las consecuencias de ceder a la tentación lujuriosa muchos años antes. Aunque el adulterio de David sucedió antes del nacimiento de Salomón, no se puede dudar de que él era consciente de las consecuencias que surgieron debido al comportamiento de su padre. Salomón fue criado en un contexto que no le dejaba olvidar el fracaso moral de su padre. Además, durante sus años adultos, con cientos de esposas y numerosas concubinas, Salomón había aprendido de sus propios colapsos morales. Salomón comienza con el parámetro de la Santa Escritura:

Porque el mandamiento es antorcha y la instrucción es luz. Y las reprensiones de la disciplina son camino de vida (Proverbios 6:23).

La palabra santa y perfecta de Dios es el lugar donde siempre podemos encontrar el parámetro del comportamiento. No son los medios de comunicación. No son las opiniones de las otras personas. No son los libros escritos por otras personas que pasan por situaciones similares. Ni siquiera es nuestra conciencia, la cual puede estar cauterizada. La «lámpara» de los preceptos de Dios, la «luz» de su enseñanza, es lo que nos provee una dirección correcta. Por demás, la Escritura es el mejor antídoto al veneno de las tentaciones gloriosas. Se lo digo basado en mi propia experiencia personal.

Reflexiones: Piense en un día común. Mencione algunas fuentes específicas de contenido sexual con las cuales te encuentras, cualquier cosa que le lleve a persistir en pensamientos sexuales. Estime la cantidad de veces que se encuentra con esa clase de estímulo. ¿Qué efecto cree que tiene sobre su mente con el paso del tiempo? ¿Cómo puede contrarrestar ese impacto negativo?

La palabra santa y perfecta de Dios es el lugar donde siempre podemos encontrar el parámetro del comportamiento.

Charles R. Swindoll Tweet esto

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.