1 Juan 4:17-19

Cada mañana usted despierta para enfrentar unas cuantas horas impredecibles, llenas de sorpresas y pruebas y ansiedades. Antes de que sus pies lleguen a tocar el piso, usted sabe que le espera otro día de quién-sabe-qué. Usted podría estar en un accidente en la carretera, ser despedido del trabajo, ser víctima de un ataque personal, ser maltratado, sufrir un robo, ser difamado o ser víctima de una demanda legal. Suena bastante gris, pero es la verdad. Todos los días esto les sucede a personas como nosotros.

Vivir con temor a ello produce trauma. . . estrés interno provocado por la preocupación. Muchas almas empiezan a cebar la bomba de la preocupación aun antes de recibir noticias a través de las redes sociales. Toda clase de energía es gastada mientras la mente corre de un lado a otro, por callejones oscuros de temor imaginario.

«¡Debemos deshacernos del temor!», recomendó el ensayista británico Thomas Carlyle. Claro. . . pero ¿cómo? ¿Cómo se rompe el hábito? De la misma manera en que usted se queda en la silla del dentista cuando es tentado a ponerse inquieto —usted confía. Usted se entrega, de manera consciente y dispuesta, a Alguien que es confiable. Ciertamente, esto funcionó para David. Él escribió:

«Pero cuando tenga miedo,
en ti pondré mi confianza». (Salmos 56:3)

¿Lo qué significa qué? Significa esto: «confiaré en, me apoyaré en, descansaré en, me rendiré a, dependeré de, me relajaré». ¿Cómo puedo hacer esto? Al estar convencido de que Dios es totalmente confiable. A Él le importa. Se puede contar con Él. No es torpe. Ni le falta habilidad. Ni quiere hacerme algún mal. Ni trabaja a tiempo parcial. Ni trabaja solo para los adultos. Cuando Él dice: «Confíe en mí, esto no le dolerá en absoluto», Él está hablando en serio.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.