1 Pedro 1:24-25

La Palabra de Dios es infalible; no así la gente. Ayer notamos que este punto se recalca de manera particular en el ámbito del liderazgo. Es natural que busquemos ministros a quienes podamos respetar y seguir. Y entonces—¡gloria!—encontramos algunos que tienen vidas admirables, con liderazgos que parecen ser bendecidos por Dios, y que ofrecen instrucción que es bíblica, sabia y dinámica. Todo está bien hasta que uno de esos personajes enseña algo que es diferente a lo que otro, igual de admirado. Esto siempre causa que sus seguidores experimenten una caída de barrena a causa de la confusión.

Este es un buen momento para reflexionar sobre el consejo sabio del finado teólogo bautista Bernard Ramm:

«¿Cómo determinamos la verdad cuando dos personas que poseen el mismo nivel de piedad y devoción tienen una diferencia de opiniones? ¿Será que el Espíritu Santo le dice a uno que el arrebatamiento será antes de la tribulación, y a otro que será después de la tribulación? El hecho mismo que intérpretes de mentalidad espiritual lleguen a diferentes conclusiones sobre estos temas causa angustia en la mente de muchas personas. Ellos presumen que si un hombre está entregado al Espíritu sus interpretaciones debieran ser correctas.

Pero se debe tener en mente ciertas cosas. La primera, que el Espíritu Santo no le da a nadie interpretaciones infalibles. La segunda, que la piedad aporta a la interpretación, pero no es un substituto para el conocimiento o el estudio o la inteligencia. La tercera, que todos aún estamos en cuerpos humanos y sujetos a sus limitaciones y fragilidades . . . cometemos errores en la interpretación de las Escrituras, así como también tenemos fallas de juicio en los asuntos de la vida.

Es la tentación actual, por lo menos del evangelicalismo norteamericano, substituir una clase de devotos profesores de la Biblia en lugar del papa católico. Para tales personas el significado de la Escritura es aquel que enseña su profesor favorito de la Biblia. Pero el principio protestante debe ser siempre este: Las interpretaciones más certeras son aquellas que poseen la mejor justificación».

Pude haber usado, así de fácil, una ilustración sobre el diagnóstico de un médico o el consejo de un terapista. El tema es idéntico y nos regresa al lugar en donde iniciamos ayer. Si me permito cambiar un término y ponerlo en el lenguaje de un documento histórico: todos los hombres han sido creados falibles. Así es, todos. Si recuerda eso, tendrá menos sorpresas y desilusiones, más sabiduría y una mucho mejor perspectiva en la vida. En vez de dejarse caer en el cinismo porque su héroe demostró tener pies de barro, usted mantendrá una objetividad que es saludable e inteligente. Usted podrá mostrarle respeto sin adorarle a él o ella. Y cuando en verdad necesite conocer la verdad, usted irá a las Escrituras con confianza de primera mano. Si usted está buscando la infalibilidad, búsquela solo en las Escrituras.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.