Salmos 137

El contexto histórico del Salmo 137 es muy triste. El pueblo de Dios no había escuchado los siglos de advertencias y ahora se encontraban viviendo las consecuencias de la desobediencia. Aun cuando Dios no había removido su comunión ya que seguía amando al pueblo de Judá, les quitó la bendición de su pacto. Ya no vivían en la tierra prometida a Abraham y sus descendientes. Ya no podían adorar en el templo de Jerusalén.

Su experiencia, al enfrentar las consecuencias duraderas de sus malas acciones son muy útiles para enseñarnos acerca de nuestro propio caminar con Dios. Este es el bosquejo de la canción:

  1. Recuerdo de la cautividad (vv. 1-3).
    —Una sección personal—
    II. Devoción al Señor (vv. 4 -6).
    —Una sección patriótica—
    III. Un ruego por retribución (vv. 7-9).
    ­Una sección llena de emoción—

Son pocas las canciones en la Escritura que comienzan con expresiones de emoción tan fuertes. El compositor se siente absolutamente rechazado. Recuerda la humillación amarga, el sarcasmo que él y sus compañeros sufrieron. También recuerda una ocasión particular cuando un representante de Babilonia se burlaba de ellos y los insultaba.

Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos acordándonos de Sion. Sobre los sauces en medio de ella colgábamos nuestras liras. Los que allá nos habían llevado cautivos nos pedían cantares; los que nos habían hecho llorar nos pedían alegría, diciendo: «Cántennos algunos de los cánticos de Sion» (vv. 1-3).

¿Se imagina la escena? Cabezas agachadas, hombros fruncidos y lágrimas bajando de las mejillas de los judíos prisioneros que sentaron en silencio sin poder hacer nada. Eso si es un verdadero afán. Es como encontrarse en un calabozo. Puedo escuchar las burlas de aquel guardia de Babilonia mientras veía al pueblo despreciado de Judá y les decía: «¡Hey, judíos! ¿Por qué no se unen todos y cantan uno de esos viejos himnos de la fe? ¡Cántenle a ese gran Dios suyo! ¡Canten y mientras tanto, recuerden a Sion!»

Eso debió haberles dolido mucho. Tanto que el escritor recuerda las palabras precisas que les decía quien los atormentaba.

Los que se burlan y critican el cristianismo gritan más fuerte cuando el pueblo de Dios peca públicamente y es obligado a sufrir las consecuencias de la desobediencia. Todo el ejército de Satanás baila alegremente cuando los creyentes transigen, cuando juegan con fuego y se queman. En años recientes hemos visto una gran cantidad de ellos, ¿no es cierto? Los medios de comunicación seculares disfrutan cuando el pueblo de Dios queda obligado a aceptar sus burlas.

Esos cautivos estaban recibiendo lo que merecían y lo sabían. Ya no había más canciones, más alegría dentro de ese campo lleno de judíos avergonzados que se encontraban en tierra extranjera. Un hombre describe esta escena vívidamente:

Y lo peor de todo es saber que ellos no tenían que pasar por ese sufrimiento; un sufrimiento causado por la indiscreción y la inconstancia; un sufrimiento cosechado por la propia siembra; un buitre que se alimenta de nuestras propias entrañas y que nosotros mismos habíamos criado. ¡Esto es dolor! Existe un enemigo inevitable en la vida. Las leyes del corazón y el hogar, del alma y de la vida humana no pueden ser quebrantadas con impunidad. El pecado puede ser perdonado; el fuego del castigo puede convertirse en el fuego de la prueba; el amor de Dios puede verse más claramente, sin embargo, la presión horrorosa del dolor existe; el corazón tembloroso; el ataque en el alma; el arpa en los Sauces; ya no se puede cantar la canción del Señor.

Afirmando el alma: ¿Se encuentra usted, en este momento, en tierra extranjera? ¿Las consecuencias de su pecado le están afectando? Le invito a que abra su corazón ante Dios. Cuéntele. Asegúrese de que la causa de esa experiencia ha sido confesada totalmente y que no está escondiendo o negando algo. Una vez que usted reciba el perdón del Señor, busque su presencia y espere en él. Las consecuencias de los pecados y con ello también me refiero los pecados perdonados, son generalmente difíciles y algunas veces duraderos. Pero el Señor no es cruel; su gracia es suficiente (2 Corintios 12:7-10).

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.