LA PRIMER PALABRA— «PADRE, PERDÓNALOS»

Lucas 23:33–34

En los cuatro Evangelios se describe brevemente el lugar donde tuvo lugar la muerte de Jesús. Lo llaman Gólgota, que es el término hebreo que significa «la calavera», o «lugar de la calavera». El Doctor Lucas, después de dar los detalles del lugar de la muerte de Jesús, pasa rápidamente a relatar lo que dijo en los momentos finales de su vida:

«Cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera»,
crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a
la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía:
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
Lucas 23:33–34a

Pienso que a todos no cuesta creer que alguien que estuviera en una situación tan difícil, como la que experimentaba Jesús, pudiera decir palabras tan llenas de gracia. Para darnos cuenta de la dificultad solo debemos pensar en esos momentos cuando otros nos han hecho un daño severo y recordar cuán difícil ha sido ofrecer perdón. Aunque seamos cristianos, tendemos a albergar lamento, amargura e ira contra los que nos han hecho un daño tan profundo.

Le invito a que realicemos una evaluación teológica y espiritual de las palabras de Jesús para observar cómo Él pudo dar a Sus enemigos una respuesta tan llena de amor.

 La petición que realizó Jesús en la oración a Su Padre para que perdone a Sus acusadores fue predicha mucho más antes. Casi ochocientos años antes de que Jesús naciera, el profeta Isaías escribió estas palabras:

«Por tanto, yo le daré parte con los grandes
y con los fuertes repartirá despojos,
porque derramó su alma hasta la muerte
y con los transgresores fue contado,
llevando Él el pecado de muchos,
e intercediendo por los transgresores».

Isaías 53:12, énfasis añadido

El Cordero de Dios puro y sin mancha estaba orando por pecadores. Al estar siendo probado en el crisol del intenso sufrimiento y angustia, Jesús oraba, no por sí mismo, sino por los enemigos de la justicia, tal como Isaías lo había predicho.