Efesios 6:14-18

Ayer, visitamos a David cuando se enfrentó con Goliat. Rehusando aceptar los razonamientos de sus hermanos o escuchar las amenazas del gigante, David entendió la estrategia del filisteo y la resistió con una fe pura y sólida.

Usted conoce el resultado final. Con una honda bien gastada y una piedra lisa, y una confianza indoblegable en su Dios poderoso, David presentó a Goliat y a las huestes filisteas al Señor de las huestes, cuyo nombre ellos ya habían blasfemado lo suficiente. La narración concluye con una declaración de significado profundo:

«Así venció David al filisteo con una honda y una piedra, e hirió al filisteo y lo mató; mas no había espada en la mano de David». (1 Samuel 17:50 LBLA)

¡Cuán interesante fue la contra estrategia! Hasta el día de hoy, dos verdades eternas sobre el combate con gigantes siguen vigentes. Ambas son tan apropiadas hoy como lo fueron en los días de Goliat.

El prevalecer sobre los gigantes no se logra usando las técnicas de ellos. Esa es la «lección número uno» para todos nosotros. Goliat podría haber sido erróneamente confundido con un buque de guerra por todo su ruido y su bronce. Pero no así David. . . ¡quien ni siquiera cargaba una espada! Su pieza principal de armadura, el arma letal que lo convertía en singular y le dio la victoria, fue su escudo de fe interior. Esto le mantuvo libre de temor, le provocó sordera contra las amenazas, le permitió mantener la compostura en medio del caos y le aclaró su visión.

La conquista de gigantes no se logra sin gran habilidad y disciplina. Para ser un guerrero de Dios, para pelear a Su manera, demanda mucha más habilidad y control de lo que uno pueda imaginar. Usar la honda y piedra del Espíritu es algo mucho más delicado que golpear con el palo de la carne. Pero. . . cuán dulce es la victoria cuando la piedra da en el blando. . . y cuán terminante.

¿Está usted enfrentando a un gigante?

Las probabilidades son que ya esta semana usted se ha topado con uno o dos de ellos. ¿Está la intimidación llegando a proporciones insoportables? ¿Sus oídos le duelen de las constantes amenazas? No salga corriendo. . . pero tampoco trate de usar un palo más grande. Sea como David. Entregue su Goliat a Jehová, el mata-gigantes. Explíquele a su poderoso Dios cuán ansioso usted está de que Él gane esta victoria, para variar—no el gigante ni usted. Entonces tome su honda, y no olvide las piedras. Está por tener una experiencia inolvidable.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.