Éxodo 5: 22, 6: 12
Moisés se sentía como un gusano. Todavía no se había librado de la idea de que él debía ser el libertador, pero que, de alguna manera, estaba fallando. ¿Cuántas veces se lo había explicado Dios? Sin embargo, al igual que muchos de nosotros, tenía problemas para aferrarse a las seguridades que le había dado el Señor.
¿Qué iba a hacer Moisés ahora? El mensaje era una repetición del último que le había dado: «Ve al faraón rey de Egipto y dile que deje ir de su tierra a los hijos de Israel» (v. 11).
«¿Ir al faraón, Señor? Mi propio pueblo acaba de comprarle un boleto, de ida y sin regreso, en la próxima caravana para Madián, ¿y tú quieres que vuelva otra vez al faraón? ¿T-t-t-e -a-a-a-cu-cu-er-das de-de mí? Yo soy el tipo aquel que no sabe ha-ha-ha-hablar. ¡Por favor, yo me enredo con todo! No puedo ordenar mis pensamientos. No sé qué hacer. ¿Cómo vas a hacerlo tú?»
Moisés no sabía en ese momento, pero había puesto delante del Señor la mejor alternativa. No sé qué hacer. ¿Cómo vas a hacerlo tú?
Antes de que sigamos adelante, me gustaría subrayar una gran verdad en nuestro mundo que no pretendo comprender, y es que el mejor marco para que el Señor haga su obra más perfecta cuando las cosas son del todo imposibles para nosotros y nos sentimos incompetentes para manejarlas. Esa es su circunstancia favorita. Esas son sus condiciones perfectas para actuar.
Sin embargo, a pesar de las seguridades que le dio el Señor, las cosas siguieron empeorando para Moisés. Le reunión con el faraón había sido de lo peor, y ahora, cuando habla con los israelitas, descubre que ya no le creen. Ya no le hacían caso.
Una y otra vez, el Señor nos lleva hasta el fin del precipicio, hasta donde ya nos damos más y luego nos prueba que Él es fiel. Eso, hermano mío, no es solo la historia de mi vida; es también la historia de la Biblia en pocas palabras.
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.