Proverbios 3:21-22; Filipenses 1:9-10

El discernimiento es esencial. El amor sin discernimiento produce y promueve más herejía de lo que cualquiera de nosotros esté dispuesto a creer. Una de las tácticas de sobrevivencia al enfrentar «las flechas encendidas del diablo» (Efesios 6:16) es asegurarnos de que hemos ajustado muy bien a nuestro cuerpo el cinturón de la verdad. Pues lo que nos ayuda a batallar contra el enemigo también nos fortalece en las relaciones con nuestros amigos.

Un cristiano sin discernimiento es como un submarino en un puerto, que avanza a toda velocidad sin usar el radar ni el periscopio. O, también, es como un avión 747 completamente lleno, tratando de aterrizar en medio de una fuerte neblina sin instrumentos ni radio. Mucho ruido, bastante poder, buenas intenciones, hasta que. . . ¡bam! Desastre. Ocurre día tras día. . . con temible frecuencia.

¿Le oigo decir que desea tener discernimiento, pero no sabe adónde encontrarlo?

Vaya sobre sus rodillas. Santiago 1:5 le promete sabiduría a los que la piden.

Vaya a la Palabra. Salmos 119:98-100 ofrece un conocimiento que va más allá de nuestros sueños más preciados.

Vaya a los sabios. El discernimiento se consigue por contagio más que por aprendizaje. Los que tienen esta enfermedad tienden a ser muy contagiosos.

Esta oferta es válida para toda la vida y viene con una cláusula de satisfacción garantizada. Toda solicitud es bienvenida.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.