Proverbios 22:3

Como pastor, me asombra la diferencia que existe entre los cristianos en lo que respecta a aceptar instrucciones. Algunos parecen no querer aprender nunca. Muchos creyentes se mantienen conscientes de la dirección de Dios y se someten a Su voluntad. También hay muchos seguidores de Cristo que van a la iglesia, pero persisten en aprender de la manera difícil. Están expuestos a las mismas enseñanzas año tras año, pero la sabiduría parece no impregnarse en sus vidas. Para ellos, las muchas advertencias de su familia y amigos pasan desapercibidas. Algunos roces con el desastre no alteran su curso de acción. Y cuando están sufriendo las consecuencias del pecado, comúnmente se preguntan: «¿Por qué me sucede esto? ¿Por qué estoy sufriendo?»

La Escritura me muestra tres tipos de personas y de ellos descubro que tienen un problema en común: son personas de oposición: se oponen a la instrucción de Dios. Esta clase de rebeldes viene en tres variedades, cada una de ellas fue descrita en los proverbios de los sabios y de Salomón. Examinaremos cada uno de estos tres tipos de personas en los siguientes días.

Los de «mente simple»
El sustantivo hebreo peti se basa en un verbo que significa «ser abierto, amplio o espacioso». Conlleva la idea de ser completamente abierto, sin ningún discernimiento, incapaz o sin ninguna disposición de distinguir entre la verdad y la falsedad, de ser fácilmente encaminado hacia el error y de ser atrapado fácilmente. Esta persona es una presa fácil del engaño. Los ingenuos son susceptibles a la maldad y cualquier opinión fácilmente influye en ellos. Usualmente no pueden enfrentar las complejidades de la vida, especialmente si la situación requiere mucho esfuerzo mental.

En la cultura hebrea, se espera que los niños sean ingenuos. Ellos no tienen educación, experiencia ni capacitación para discernir. Por lo tanto, los padres tienen la actividad sagrada de proteger a sus hijos del engaño y capacitarlos para la edad adulta. Son muy pocas las personas que toleran a los adultos ingenuos. Con excepción de la incapacidad mental, aquellos adultos que se mantienen ingenuos por elección merecen sufrir las consecuencias de su ingenuidad.

Al leer Proverbios, encuentro varios rasgos de una persona ingenua:

  • No son sensibles al peligro ni a la maldad:

Mirando yo por la ventana de mi casa, por entre mi celosía, vi entre los ingenuos y observé entre los jóvenes a uno falto de entendimiento. Él pasaba por la plaza, cerca de la esquina, y caminaba en dirección a la casa de ella. Era al anochecer; ya oscurecía. Sucedió en medio de la noche y en la oscuridad. En seguida se va tras ella, cómo va el buey al matadero, como un cordero al que lo ata; va como un venado (Proverbios 7:6-9, 22).

  • No ven ni consideran las consecuencias de sus decisiones:

«¡Si alguno es ingenuo, que venga acá!». Y a los faltos de entendimiento dice: «Las aguas hurtadas son dulces y el pan comido en oculto es delicioso». No saben ellos que allí están los muertos, que sus invitados están en lo profundo del Seo (Proverbios 9:16-18).

  • Lo creen todo; les falta discernimiento:

El ingenuo todo lo cree, pero el sagaz considera sus pasos (Proverbios 14:15).

  • Nunca aprenden; vuelven a caer en el mismo error una y otra vez:

El prudente ve el mal y se esconde, pero los ingenuos pasan y reciben el daño (Proverbios 22:3).

Reflexión: Hay un viejo dicho que dice: «Si te burlas de mí una vez, la vergüenza es para ti; si te burlas de mi dos veces, la vergüenza es para mí». ¿Qué tan bien aprende de sus errores? ¿Puede ver la conexión entre sus decisiones y las consecuencias de esas decisiones? La meta no es condenarse a sí mismo, sino más bien un examen cuidadoso de aquel sufrimiento pasado que le dará una responsabilidad personal. ¿Tiene esta disciplina de madurez?

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.