Romanos 10:13-14

¿Es usted lo que podríamos denominar un profeta de los tiempos modernos, un pensador en mañana en un mundo de personas que se mantienen en el pasado? ¿O conoce a alguien que es uno de esos? Aunque a menudo son tratados de manera ingrata e impopular, estas personas ejercen un rol vital en la sociedad. Ellos miran el futuro y entregan advertencias preciosas.

Una leyenda fechada cerca del año 89 d. C. cuenta que el apóstol Juan perdió su primera copia escrita de su visión apocalíptica. La narración fue conservada solo de manera verbal, ya que el documento se perdió durante la persecución de Domiciano. En esta, emerge un quinto jinete. La leyenda cuenta que este jinete iba adelante guiando a los otros cuatro: Guerra, Pestilencia, Hambruna y Muerte. A medida que este jinete adelantado comenzó a sentir náuseas por las acciones de sus compañeros, se esforzó por adelantarse aún más a ellos. Entró en cada aldea, cada ciudad con un gran grito y predicciones temibles. A los líderes de cada lugar les advirtió de aquellos que venían siguiéndolo de cerca, y como prueba les mostró la sangre en los cascos de su propio caballo. Entonces, como siempre, siguió su camino, pues su urgencia era grande.

Detrás de él, los ciudadanos se entrelazaron en discusiones profundas. Algunos lo llamaron un mentiroso. Dijeron que la sangre era de chivos, no de humanos. Otros lo consideraron un trastornado mental. . . y unos pocos declararon que él nunca pasó por allí; que solo se imaginaron que había pasado por allí. El debate teológico, filosófico y político abundó. Al final, nadie dijo: «Un profeta ha estado entre nosotros», por lo que sus advertencias no fueron tomadas en cuenta. Los cuatro jinetes finalmente llegaron, y tal como se predijo, mataron sus decenas de miles multiplicadas por tres.

Mientras tanto, el quinto jinete legendario llegó a los lugares más distantes de la tierra y dio la vuelta, satisfecho con su labor. Pero, al visitar las ciudades una tras otra— ahora todas destruidas y desoladas—se dio cuenta de que nada de lo que él dijo había producido alguna diferencia. Sin arrepentimiento, arrogantes, indiferentes y desobedientes, ellos habían rehusado actuar sobre la verdad que se les había declarado. La leyenda concluye con el quinto jinete legendario uniéndose a sus compañeros. Juntos destruyeron a toda la humanidad y sus ciudades.

¿La identidad de aquel que iba delante de ellos? ¿El nombre de quien había dado las advertencias, según la leyenda?

La realidad.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.