Salmos 90:12
Criaturas extrañas vagan por la tierra estos días. Siendo eficientes, diligentes y productivos, ellos son significativamente impresionantes. . . pero, bajo la superficie, ellos están sufriendo de un mal miserable. Empujados compulsivamente por un deseo obsesivo de alcanzar logros, estas criaturas se entregan a sus labores como un alcohólico se entrega al trago.
Trabajólicos. Usted los encontrará en todo oficio imaginable, y, desafortunadamente, tienden a ser exitosos. Digo «desafortunadamente» porque el éxito solo incrementa sus esfuerzos. En las ventas, siempre están entre los mejores. En la escuela, siempre están metidos en los libros. En los deportes, siempre llevan la delantera. En los temas, siempre son los que saben. Para estas criaturas hay una sola razón para existir: el TRABAJO.
¡Esto se aplica aun a las vacaciones! Dele a un trabajólico la oportunidad de escaparse por un par de días y él encontrará una decena de razones por qué no es posible hacerlo. Oblíguelo a hacerlo y él se desgastará planificando cada día, cada kilómetro, cada paso del viaje. Una vez que llegue al lugar, a los diez minutos de relajamiento y tranquilidad comenzará a sentir ansiedad. Para el trabajólico, los momentos no planificados son letales. . . el descanso no tiene sentido. . . tiempos de alegría son «¡actividades irresponsables para niños!». Con un látigo largo y doloroso, la culpa —el jefe interno del trabajólico— golpea hasta subyugarlo de manera diaria, sea que esté en el trabajo, en casa, en la iglesia o la escuela.
Esta criatura finalmente comienza a presentar fisuras en su conciencia cargada de estrés. Empieza a incrementar sus demandas sobre sí mismo y sobre los demás —especialmente los que están más cerca de ella. Esta intolerancia neurótica de a poco lo va aislando. Empiezan a aparecer los tics. Su sonrisa se deteriora a un ceño fruncido. Rendimiento y mayores logros se convierten en su seguridad. . . y todo retraso o falla daña su equilibrio.
Al escribir esto estoy pensando en la necesidad de tener equilibrio. Una medida de eficiencia y disciplina en esta vida es absolutamente saludable y necesaria. Ser fiel y dedicado a nuestro trabajo es encomiable. «Redimir el tiempo» es bíblico. Pero hay un punto en que ya no disfrutamos de lo nuestro. Podemos ir a extremos extraños —extremos que crean desórdenes internos de funcionamiento que nos convierten en esclavos. Nos encontramos enceguecidos hacia otras áreas de la vida que, comparado con el trabajo, son igualmente significativas —¡a veces más! El director del departamento de cuidados pastorales en un hospital en Chicago, describe esta tendencia que produce a los trabajólicos:
Todos nosotros tenemos nuestras propias maneras de odiar o degradarnos. Puede que usted lo haga siendo un perfeccionista que trabaja duro, y puede que yo lo haga siendo un inconformista flojo y desorganizado. Si todo lo que usted sabe es «trabajo y logros», puede que usted, de manera consciente o inconsciente, esté tratando de comprobar su valor a sí mismo y a otros.
Bueno, descubramos si usted es una de estas extrañas criaturas, ¿está bien? La siguiente lista debiera ayudarlo a determinar la respuesta. Los números uno y dos describen muy bien al trabajólico. El número tres presenta un equilibrio razonable.
Calidad de trabajo
- Salta sobre edificios altos con un solo impulso.
- Debe correr para tomar impulso para saltar sobre edificios altos.
- Solo puede saltar sobre edificios pequeños.
- Choca con edificios cuando los intenta saltar.
- No es capaz de distinguir lo que es un edificio.
Prontitud
- Más rápido que una bala veloz.
- Tan rápido como una bala veloz.
- No tan rápido como una bala veloz.
- ¿Puede creer que es una bala lenta?
- Se hiere a sí mismo cuando intenta disparar.
Iniciativa
- Más fuerte que una locomotora.
- Más fuerte que un elefante macho adulto.
- Tan fuerte como un toro.
- Dispara a un toro.
- Huele a toro.
Comunicación
- Habla directamente con Dios.
- Habla con ángeles.
- Habla consigo mismo.
- Discute consigo mismo.
- Sale perdiendo en esos argumentos.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.