Proverbios 1:20-33

El autor y pastor Andy Stanley nos cuenta de una vez, cuando él y un amigo viajaron desde la ciudad de Birmingham hasta Atlanta en Estados Unidos. En su deseo de acortar el camino, decidieron manejar por una sección de la autopista que no estaba terminada. Es muy difícil para un par de adolescentes impulsivos preocuparse por un cartel que diga «camino cerrado». Según cuenta Andy, se sentían libres al tener toda la autopista para ellos. Afortunadamente, un buen samaritano les avisó que el puente que estaba frente a ellos no estaba terminado aún. De no haber sido por él, hubiesen terminado en un pantano.

Debo confesar que hubo una época en mi vida cuando yo también pensaba que era demasiado listo como para poner atención a las señales de advertencia. Dice un dicho que la mayoría de las advertencias están hechas para hacer que los tontos no hagan tonterías. Y por eso algunas personas «listas» creen que son demasiado listas para preocuparse por esas señales de advertencia. Al igual que Andy, logré sobrevivir esos momentos y aprendí que las advertencias son para todos (especialmente para mí). La decisión de poner atención a las señales de advertencia no solo demuestra sabiduría sino también revela un espíritu humilde y una disposición para admitir que hay otras personas que tienen un mayor conocimiento o experiencia.

Salomón representó la sabiduría como una mujer en medio de una plaza invitando a los ingenuos a que escuchen sus palabras de advertencia. Su clamor no es de ruego ni de pánico pues ella no tiene nada que perder. Su clamor es de precaución acerca de las graves consecuencias que yacen para aquellos que deciden ignorarle. Por supuesto, Salomón tiene el libro de Proverbios en su mente. Esta literatura antigua contiene una gran cantidad de reprensiones imprescindibles. Por ejemplo, Proverbios 6:23, 24:

Pues su mandato es una lámpara y su instrucción es una luz; su disciplina correctiva es el camino que lleva a la vida. Te protegerán de la mujer inmoral, de la lengua suave de la mujer promiscua.

La Biblia aparece como una señal de advertencia en la entrada de una cueva llamada inmoralidad. Muchos entran, pero nadie sale ileso. Por tanto, las Escrituras nos previenen diciendo: «Peligro, no entre». Sin embargo, estas advertencias antiguas han sido ignoradas a un costo muy alto por personas que han sufrido las consecuencias terribles de su necedad.

Reflexión: Describa su actitud cuando lee un proverbio de la Biblia. ¿Lo toma para sí mismo, o asume que fue escrito para beneficio de otra persona? ¿De qué forma su reacción inicial habla acerca de su humildad y sabiduría?

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Usado con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.