Salmos 42 y 43

Las canciones de David sobre el conflicto interno no ofrecen respuestas sencillas; él es realista. David tuvo que enfrentarse a momentos muy difíciles varias veces en su vida así que sabía que solo pensar en sus bendiciones no iba a funcionar todo el tiempo. A veces, la situación es tan difícil que ningún recuerdo nos aleja del conflicto. El versículo 6 al 8, David nos ofrece otra técnica.

Mi alma está abatida dentro de mí. Por esto me acordaré de ti en la tierra del Jordán y del Hermón, en el monte de Mizar. Un abismo llama a otro por la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. De día mandará el Señor su misericordia; y de noche su canción estará conmigo, la oración al Dios de mi vida (v. 6 -8).

Observe la expresión poco común: «un abismo llama al otro». El compositor evidentemente había viajado de Jerusalén hasta la parte norte de Galilea donde el río Jordán se origina en el Monte Hermón. En la canción, él se imagina asimismo en uno de los picos más pequeños de la cordillera del Monte Hermón. Allí, él piensa en esos sonidos increíbles y en el escenario que le rodea mientras escucha como «un abismo llama a otro abismo» y piensa en cómo Dios expresa su magnificencia por medio de la naturaleza y de esa relación inmutable que existe entre Dios y su pueblo. En este caso, la nieve de los picos del Monte Hermón se derrite, convirtiéndola en cascadas que subsecuentemente se hacen parte de los ríos en las partes bajas. Él ve sus problemas como si fuesen cayéndose y convirtiéndose en miles de galones de agua que se vierten en una cascada.

Lo «profundo» de Dios se ilustra por medio de lo «profundo» de un abismo y quiere dar a entender el cambio que se suscita en nuestras vidas. A todos nos ocurre. La naturaleza presenta muchos ejemplos sobre el cambio. Las hojas de los árboles, cuando llega el otoño, cambian su color y luego caen haciendo que el árbol nuevamente parezca estar seco. El salmón tiene que enfrentarse a la corriente e ir en contra de ella para poder desovar río arriba. En este caso, el salmista no está hablando de peces o árboles, sino de sí mismo. Él ve como su propio conflicto interno va cayéndose y eso le recuerda esa relación inmutable de amor y de gozo que existe entre Dios y nosotros.

Y así, una vez más, David vuelve a preguntarse en el versículo 11:

¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he de alabar. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios! (v. 11)

Afirmando el alma: David encontró esparcimiento en la naturaleza. En esas metáforas divinas que se reflejan en la creación de Dios. Quizás es momento para que usted cambie su ambiente, que escape de la rutina al menos por unas horas y permita que la naturaleza le sirva de consejera. ¿Hay alguna maravilla natural cerca de usted? ¿Cuándo puede ir a visitarla?

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.