Ester 2: 8—11

Ester exhibió una elegancia y un encanto llenos de gracia. En este versículo la traducción literal del idioma original dice: «Ella descolló en gracia delante del rostro de él». ¿No es una hermosa expresión? Aunque fue llevada al harén y participaba de esta cosas con renuencia, Ester no mostró una actitud avinagrada. Yo estoy convencido de que ella sentía la mano de Dios en su situación. ¿Por qué otra razón habría ella estado allí? Por no poder decir que no, Ester fue un modelo de gracia delante de Hegai, el influyente servidor del rey. ¡Qué diferencia tan grande entre Ester y todas las demás mujeres que estaban a su alrededor! Sus cualidades internas no podían ser ignoradas; de hecho, estas captaron la atención del servidor del rey.

Ester mostró una reserva y un control poco comunes. A nadie le dijo que era judía. ¿Por qué razón? Porque eso es lo que Mardoqueo le dijo que hiciera. Ni aun el vértigo de las alturas del harén pudo tentarla a romper el pacto que tenía con Mardoqueo.

Dios ha dado a las mujeres un aire de misterio. Esto es algo que, francamente, los hombres no tenemos. Somos un grupo de seres humano muy predecible. Con mucha frecuencia he escuchado decir a los varones: «Es que no llego a entenderla. Simplemente no la comprendo». Por ejemplo, una mujer dice: «Lo que yo necesito es una buena llorada. Mi esposa sí. Otras mujeres de nuestra familia también. Pero esto es un ministerio para los varones. Con toda honestidad, yo nunca he podido entender cómo puede uno decir que estuvo buena la llorada después de que la tuvo.

Hay un aire de misterio inexplicable en una mujer, algo imposible de predecir, que los varones consideran intrigante. La capacidad de Ester de mostrarse reservada solo hace mayo el misterio, especialmente su reserva verbal. Ella sabía mucho más que lo que decía. Sabía cómo guardar un secreto.

La reserva verbal se está convirtiendo rápidamente en una virtud olvidada. Gracias a la prensa sensacionalista y a los programas de entrevistas de la televisión, que lo cuentan todo, nada es dejado a la reserva. ¿Cuándo fue la última vez que vio sonrojarse a algún personaje en público o en la TV? Sin embargo, la reserva y el control siempre nos benefician. Aprenda a guardar confidencias. ¡Sea una persona conocida por saber guardar secretos! Eso es parte de una personalidad caracterizada por fortaleza y dignidad.

Entonces, tal vez, usted también podrá descollar en gracia delante del rostro de Dios.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.