1 Reyes 16: 29—17: 1

Lo primero que sabemos de él es que se llama «Elías el tisbita» (1 Reyes 17:1). ¡Eso sí es salir de la nada! Elías surgió de este insignificante lugar -de no se sabe dónde- para hacer una contribución muy importante al plan de Dios para su pueblo, al punto de que llegó a ser uno de los héroes más famosos de Israel. Se convirtió en lo que a menudo hoy llamamos una leyenda.

Lo primero que nos llama la atención es el nombre Elías. La palabra hebrea para referirse a «Dios» en el Antiguo Testamento es Elohim, que a veces es abreviada El. La palabra jah es el vocablo para «Jehovah». Por tanto en el nombre de Elías encontramos la palabra para «Dios», y la palabra para «Jehovah». Entre ellas está la pequeña letra i, que en hebreo hace referencia al pronombre personal «mi», o «mío». Al poner las tres juntas, entonces, encontramos que Elías significa «Mi Dios es Jehovah» o «El Señor es mi Dios». ¡Nadie tenía una razón para dudar de eso!

Acab y Jezabel controlaban el reino del norte, Israel, y Baal era el dios que adoraban. Pero cuando Elías entra en escena, su solo nombre proclamaba: «Yo tengo un solo Dios. Su nombre es el Señor. Él es el Único al que yo sirvo, y delante de quien estoy».

A estas alturas, el abismo espiritual que había entre Dios y su pueblo había llegado a lo máximo. Elías estaba solo en esa brecha.

Hoy sigue habiendo quienes están solos en la brecha, quienes siguen esforzándose por despertarnos de nuestro letargo. A mi mente viene un puñado de valerosos estudiantes de la escuela secundaria Columbine (del estado de Colorado en los Estados Unidos de América), que no pudieron ser silenciados por las armas de fuego cargadas ni por las amenazas de muerte. Pienso en ellos como modernos Elías, a quienes Dios utiliza para comunicarnos un mensaje que transforma la vida. Hombres y mujeres valientes, listos para erguirse y para dar un mensaje. Héroes auténticos.

Nuestro Señor sigue buscando personas que marquen una diferencia. Cristianos que se atrevan a no ser mediocres. Que no nos desvanezcamos en la oscuridad ni lleguemos a ser parte del insensible ambiente de este mundo. A veces uno tiene que fijarse muy bien y hablar mucho paras que una persona declare su lealtad a Dios. . . alguien con el valor de enfrentarse solo por Dios. ¿Es eso lo que hemos creado hoy en estos tiempos de tolerancia y claudicación? La vida de Elías nos enseña lo que el Señor nos demanda.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.