1 Samuel 31: 1—13
Los epitafios pretenden describir a las personas que han muerto. ¿Cuál cree que será el epitafio que escribirán de usted quienes le sobrevivan? ¿Qué dirá su obituario? ¿Qué palabras utilizarán en el homenaje para resumir su vida? El epitafio de Saúl fue un epitafio triste, que resumía la trágica vida de este hombre que jugó un papel tan importante en la vida de David. Fue un rey que pudo haber sido modelo y guía para David, pero más bien casi se convirtió en su asesino.
Al igual que Saúl y sus hijos, todos nosotros vamos a morir algún día. No hay forma de evitarlo. Esto significa que, en vez de negar la muerte, debemos aprender a aceptarla.
A veces, la muerte es repentina. Otras veces, es larga y prolongada. De vez en cuando, es hermosa, dulce y pacífica. En otras ocasiones es violenta y horrible, sangrienta y espantosa. A veces, desde nuestra perspectiva, llega demasiado temprano. Otras veces, parece que los fríos dedos de la muerte tardan mucho en hacer su trabajo, cuando una persona querida soporta dolores y tristeza, soledad y senilidad. Pero, no importa como llegue. . . nos llega a todos, y no hay forma de escapar de ella.
Pero esta es la buena noticia para los creyentes: quienes conocemos al Señor Jesucristo llevamos dentro de nosotros un alma y un espíritu renovados, esa parte nuestra que Él invadió en el momento que nacimos de arriba, es decir cuando pusimos nuestra fe en el Señor Jesucristo y su obra por nosotros en la cruz. Él ha hecho su residencia allí y nos ha dado una nueva naturaleza. Por eso, aunque nuestro cuerpo físico sufre, gime y muere, nuestro ser interior está vivo y vibra, esperando ir al cielo para esta con el Señor. Esta conexión se produce en el momento -sí, en el mismo momento- que fallecemos.
Por tanto, no desmayamos; más bien, aunque se va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día. Porque nuestra momentánea y leve tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que incomparable; no fijando nosotros la vista en las cosas que se ven sino en las que no se ven; porque las que se ven son temporales, mientras que las que no se ven son eternas.
2 Corintios 4:16-18
¿Qué papel está jugando hoy? ¿Es un papel auténtico? ¿Es usted genuinamente cristiano? Si es así, permítame volver a la pregunta que le hice al comienzo de este lectura. ¿Cuál cree usted que será el epitafio que escribirán de usted quienes le sobrevivan? ¿Qué dirá su obituario? ¿Qué palabras resumirán su vida?
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.