Éxodo 19: 16-25
Si usted vive en una zona sacudida por terremotos, siente unas ondas pequeñas de vez en cuando, tiene una sensación divertida, y luego la vida vuelve a la normalidad. ¡Qué experiencia tan grandiosa! Pero ¿con qué frecuencia ve usted sacudiéndose una montaña de granito, o escuchado el retumbar constante de truenos y rayos entre las nubes y la tierra, o se ha encogido por el temor al escuchar los prolongados toques de trompetas celestiales anunciando que Dios está listo para encontrarse con usted?
¿En el tranquilo tiempo de devocional de siempre, verdad? De ninguna manera. ¿Puede usted imaginar cómo se sintió Moisés cuando el Señor le dijo: «Moisés, sube acá»? ¡Caramba! Si usted fuera Moisés, ¿qué haría ahora? ¿Cómo lo haría? ¿Cómo podría continuar? Le diré como: Con temor y temblor así como hizo Moisés ese histórico ascenso a las nubes. Antes se había parado frente a una zarza ardiente, pero eso era nada comparado con esta experiencia trascendental. El escritor de Hebreos dice: «Y tan terrible era aquel espectáculo que Moisés dijo: ‘¡Estoy aterrado y temblando!’» (Hebreos 12:21).
Un temor saludable del Señor nos mantiene reverentes y nos ayuda mucho a apartarnos del pecado. Cuando tenemos un correcto temor del Dios vivo, vivimos una vida más limpia. Eso es algo que usted y yo podemos hacer. Cuando nos involucramos activamente en el pecado, conscientemente desechamos lo que sabemos que es verdad en cuanto a Dios. Deliberadamente suprimimos el conocimiento de Él en nuestras mentes y corazones. Nos mentimos a nosotros mismos diciéndonos: «Nos las arreglaremos. A Dios no le importará tanto». Pero Dios utilizó a Moisés para revelar a su pueblo un temor reverencial y saludable del Todopoderoso.
Cuando usted llega a tener esas comprensión y la luz de Dios irrumpe en su vida como el agua espumosa de un río impetuoso, aprende a aborrecer y a temer por completo esas acciones que lo hundirán de nuevo en las tinieblas. El salmista expresó esa convicción con estas palabras: «¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel en mi boca! De tus ordenanzas adquiero inteligencia; por eso aborrezco todo camino de mentira. Lámpara es a mis pies Tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:103-105).
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.