Salmos 42 y 43

La composición de David, preservada para nosotros como el Salmo 42 y Salmo 43 menciona la siguiente estrofa tres veces y con ello sugiere que el tema de ambos salmos es el conflicto interno.

¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he de alabar (Salmo 42:5,11; 43:5).

El término, «abatir» viene de la palabra hebrea, «Shakhakh», que significa literalmente, agacharse o encogerse. En su sentido figurativo, el verbo significa rebajarse. Esta canción habla de esos días cuando sentimos el deseo de «hacernos chiquititos» y renunciar. Afortunadamente, David no nos deja en el suelo. Nos dice cómo conquistar esos sentimientos antes de sucumbir a ellos; cómo vencer los sentimientos de un tumulto interno en vez de «retorcernos» toda la vida.

Tal como lo mencioné anteriormente tener esos sentimientos perturbadores de vez en cuando es algo normal. Por cierto, no le estamos haciendo ningún bien a los nuevos creyentes diciéndoles que la tristeza o la desesperación son sentimientos pecaminosos. Eso no es realista ni tampoco bíblico. David escribió muchos salmos mientras que se encontraba retorciéndose. Ciertamente no tenemos que pasar meses en el calabozo de la depresión, pero debemos ser lo suficientemente transparentes para admitir que tenemos días «tristes». Me consuela saber que el mismo Jesús, una ocasión, se sintió muy perturbado internamente (Juan 11:33; 12: 27; 13:21). Charles Haddon Spurgeon escribió acerca de los momentos de desmayo de un ministro en su libro, Mensajes para mis estudiantes. El doctor John Henry Jowett, otro predicador sobresaliente del pasado, fue lo suficientemente honesto para admitirlo en una carta a un amigo:

«Espero que no pienses que soy perfecto. Creo que piensas que no tengo altibajos sino una vida espiritual superlativa sin ningún quebrantamiento. ¡De ninguna manera! Frecuentemente, me siento desdichado y todo parece opaco. Muchas veces me siento como si mi vida religiosa apenas comenzara y que me encuentro en una etapa infantil. No obstante, puedo mirar atrás y ver que estas épocas miserables provienen de alguna causa personal y lo primero que tengo que hacer es analizar lo que sucedió y de esa forma poder nuevamente vivir reflejando la luz de Dios en mi vida».

Aprecio la vulnerabilidad de Jowett. ¡Que bueno es saber que estas dos canciones nos ayudan a descubrir cómo escapar de la oscuridad y volver nuevamente a la luz del sol!

El compositor comienza su cuadragésima segunda canción con una imagen del desierto.

Como ansía el venado las corrientes de las aguas, así te ansía a ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo iré para presentarme delante de Dios? (vv. 1-2)

David ansiaba a Dios así como un venado sediento en medio de un desierto estéril ansía un arroyo fresco. Imagínese un venado jadeando de sed. David dice que él está «jadeando» por el Señor.

En el Salmo 119:131, David expresa un concepto similar cuando escribe: «Mi boca abrí y suspiré porque anhelaba tus mandamientos».

Dios, quien es considerado, «la fuente de agua viva» (Jeremías 2:13; 17:13) era el anhelo del cantante en conflicto. David, un hombre conforme al corazón de Dios, anhelaba apasionadamente estar en su presencia. Los renglones iniciales sugieren que el conflicto interno de David surgió como resultado de un distanciamiento en su relación con Dios.

Afirmando el alma: Piense en la última vez que usted sufrió un conflicto interno. ¿Qué efecto tuvo sobre su vida espiritual en términos de perspectiva? Si se le pidiera que escriba cuál es su deseo más grande, ¿qué hubiese mencionado? Lo que mencionó, ¿se trata de algo que viene de Dios o de su anhelo por Dios mismo?

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.