Salmos 42 y 43

Tengo un lugar donde ocurre un «disturbio». Se encuentra en mi estómago. Está en la parte superior izquierda, un poquito más abajo de la caja torácica. Cuando ocurren cosas perturbadoras, cuando se dicen palabras nebulosas, cuando se escriben ciertas cartas que contienen palabras feas o se leen comentarios extremadamente críticos, empiezo a sentir una agitación interna. ¿Le pasa a usted algo similar?

Un amigo mío dice que a él lo que le afecta es la cabeza, especialmente la frente. Otro me dijo que su «lugar de disturbio» reside en la parte de atrás de su cuello. La mayoría de las personas que conozco tienen una región particular donde ocurren esas molestias causadas por:

  • Malas noticias
  • Conflicto personal
  • Recibos sin pagar
  • Problemas legales
  • Reparaciones costosas
  • Decisiones difíciles
  • Fechas límites imposibles de satisfacer
  • Un pecado sin resolver

Para mí es muy reconfortante saber que el himnario inspirado de Dios no omite el afán del conflicto interno. Siendo algo tan común, me parecería extraño que un tema así no fuese mencionado. Pero antes de develar algunas de las connotaciones más prácticas, observemos algunos de los antecedentes de los salmos 42 y 43.

El cancionero antiguo de las Escrituras se organiza en cinco divisiones o «libros».

Libro 1: Salmos 1 -41
Libro 2: Salmos 42 -72
Libro 3: Salmos 73 -89
Libro 4: Salmos 90 -106
Libro 5: Salmos 107 -150

La última canción de cada libro concluye con un «amén» o alguna otra forma de doxología. La última canción, el Salmo 150, se puede decir que es una doxología ampliada cuyo clímax estalla en alabanza.

Se han dado toda clase de sugerencias para explicar por qué estas canciones antiguas se dividieron en cinco libros. La tradición judía explica que este arreglo es una reflexión consciente del Pentateuco, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento.

Un midrash (comentario) que proviene desde el periodo talmúdico sugiere:

Así como Moisés dio cinco libros de la ley a Israel, David también dio cinco libros o salmos a Israel: el libro de los salmos titulado, Bienaventurado es el hombre (Salmo 1: 1); el libro titulado, Para el líder: Masquil (Salmo 42:1); el libro, Un Salmo de Asaf (Salmo 73: 1); el libro, Una oración de Moisés (Salmo 90: 1) y el libro, El redimido del Señor lo dice (Salmo 107: 2).

Siendo realistas, nadie sabe con seguridad por que los salmos fueron divididos así. No obstante, no creo que sea ninguna coincidencia que el Salmo 42 y el Salmo 43 sirven de introducción para el libro 2. Quiero sugerir que estos dos salmos deben ser vistos como una unidad.

Dos aspectos me ayudaron a tomar esa posición. Primero, el Salmo 43 no tiene un título y si observa con detenimiento el primer versículo, este no funciona como introducción. Además, es el único salmo del libro 2 que no tiene título. Eso me hace creer que fluye de manera natural de la canción anterior (recuerde que las divisiones de capítulos y versículos fueron añadidos a la Escritura en siglos posteriores. La Palabra de Dios es inspirada, no así la puntuación o las divisiones de capítulos o párrafos).

Segundo, una frase que se repite dos veces en el Salmo 42 (vv. 5 y 11) también aparece en el Salmo 43 (v. 5):

¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he de alabar.

Esta frase idéntica que aparece en esos tres versículos me hace creer que estas dos canciones eran en realidad una sola y contienen el mismo tema. Ahora note el título que aparece antes de versículo 1 del Salmo 42: «Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré». Recuerde que la designación Masquil significa que la canción fue diseñada para proveer perspectiva y sabiduría al enfrentarse a ciertas situaciones. En el Salmo 32, la situación tiene que ver con una conciencia atormentada.

¿Cuál es la situación en estas dos canciones? La frase que mencionamos anteriormente y que se repite tres veces nos dice claramente que la situación es de desesperación y perturbación interna. En otras palabras, estas dos canciones han sido reservadas para proveerle al lector sabiduría y perspectiva sobre cómo enfrentar los «días tristes», cómo enfrentar el viejo afán del conflicto interno.

Afirmando el alma: ¿Dónde reside su «lugar de disturbio? Normalmente, ¿qué es lo que hace que su interior se agite? ¿Cómo reacciona cuando ocurre el tumulto interno y que hace para tratar de encontrar alivio? Si en este momento no se acuerda, la próxima vez que el conflicto interno le cause volver al «lugar de disturbio», anótelo en un papel. Puede ser una buena idea escribir un diario sobre la experiencia.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.