Salmos 142

La depresión de David muy probablemente fue el resultado de un largo periodo de tensión. El título del Salmo 52, identifica las circunstancias de David con la frase «en la cueva» y que probablemente se refiere la cueva de Adulam.

Será de mucha utilidad para apreciar su contexto, leer los primeros dos versículos de 1 Samuel 22:

De allí se fue David y huyó a la cueva de Adulam. Cuando sus hermanos y toda la casa de su padre oyeron esto, fueron allá a él. También se juntaron con él todos los oprimidos, todos los endeudados y todos los amargados de espíritu. David fue hecho jefe de ellos, y tenía consigo unos cuatrocientos hombres.

Nuestro amigo David, sale huyendo del maniático de Saúl y logra encontrar descanso en la soledad de una cueva oscura. Ese descanso no duró mucho tiempo ya que en poco tiempo llegaron a él un grupo de «oprimidos. . . endeudados y amargados de espíritu». ¡Imagínese! Cuatrocientos fracasados, cuatrocientos descontentos. Cuatrocientos más uno: David.

Esos cuatrocientos hombres eran desorganizados, ineficientes y estaban deprimidos sin tener ningún líder, así que deciden adherirse a David. Piense en la escena. Un gran grupo de perdedores hundidos en la depresión. Seguramente David pensó: «¿Y ahora qué? ¿Por qué a mí?». En la profundidad de la desesperación, y sin ninguna esperanza, David habla con Dios acerca de su situación.

En los primeros dos versículos encontramos a David en la entrada de esa triste cueva. La profundidad de su angustia se expresa claramente. David ora honestamente. Dos veces le llama «Señor» y dos veces presenta su queja «delante de Él».

Con mi voz clamo al Señor;
con mi voz pido al Señor misericordia.
Delante de él derramo mi lamento;
delante de él expreso mi angustia
.

La frase, «con mi voz clamo», que aparece en los dos primeros renglones literalmente puede traducirse como dar alaridos. El original hebreo significa gritar fuertemente. Desde el interior de esa cueva, David clama intensamente al Señor. La auto imagen de David ha sido atacada. Se siente indigno, inútil y completamente deprimido así que le pide, le implora a Dios su favor. Él quiere sentirse necesitado y querido. Pero David en ese momento sentía que ya no tenía ningún honor ni respeto y que no había ninguna autoestima en él.

Cuando tocamos fondo, nos sentimos de esa forma. Nuestra auto imagen no existe. Para poder ser eficientes, debemos vernos a nosotros mismos de la misma forma en que Dios nos ve: personas amadas, útiles y necesarias. He descubierto que el primer paso hacia la solución es volvernos a Dios y estar delante de Él tal como David lo hizo. Quedarse en el fondo, lamiendo las heridas y envolviéndonos en la miseria sólo hace que la desesperación se profundice. Clame a Dios. Grítele si es necesario, pero no se mantenga aislado dentro del silencio de la depresión. Dios quiere oír sus palabras. Sea honesto acerca de lo que siente. De eso se trata la oración. Es una disciplina que trae resultados increíbles.

Afirmando el alma: Las personas deprimidas con frecuencia se sienten avergonzadas de sentirse así. La vergüenza y el aislamiento solo hacen que la depresión sea más aguda. La mejor reacción es ser abierto y honesto acerca de la situación, primero con el Señor. Exprésele sus pensamientos y emociones a Dios; dígaselo con toda sinceridad. No se preocupe. Él ha oído peores cosas.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.