1 Samuel 16: 1-11
Dios vio en David la cualidad de la humildad. El Señor había ido al hogar de Isaí en forma de espíritu. Isaí no sabía que Dios estaba allí, en verdad nadie lo sabía. Dios estaba en una misión secreta de observación en ese hogar, y al ver al hijo más joven de Isaí, dijo, «¡Ese es mi siervo!».
¿Por qué razón? Porque, como vimos antes, el Señor vio en David un corazón que era como el suyo. El muchacho estaba cuidando fielmente a las ovejas de su padre. Dios vio humildad: vio un corazón de siervo. Si usted quiere tener una confirmación de esto, vaya al libro de los Salmos: «Hallé a mi siervo David y lo ungí con mi aceite santo» (Salmo 89:20).
Es como si Dios dijera: «A mí no me importa nada ese asunto de la imagen pública. Muéstrenme a una persona que tenga el carácter, y yo le daré la imagen que necesita. Yo no exijo que tenga cierto temperamento; no me importa si tiene una educación o un currículo impresionante. ¡Lo que me importa es el carácter! Me pregunto, primero: ¿ES la persona profundamente auténtica en su vida espiritual, o está fingiendo? Y segundo: ¿Es una sierva, está lista a servir a otros?”.
Cuando usted tiene un corazón humilde, entonces usted es humilde. Hace lo que se le pide y no se rebela. Respeta a los que mandan. Sirve fiel y calladamente sin preocuparse por quién recibirá el crédito.
Así era David. Dios lo miró cuando estaba en el campo, en las colinas que rodeaban a Belén, cuidando a las ovejas de su padre, haciendo fielmente lo que este le había ordenado, y el Señor le dio su aprobación.
Repito: a un siervo no le preocupa quién recibe la gloria. Recuerde eso. Un siervo tiene un gran objetivo, que es hacer que la persona a quien sirve se vea mejor, y que se vuelva más exitosa. Un siervo no quiere que la persona a la cual sirve fracase. A un siervo no le importa lo que piensen los demás, sino solo que el trabajo se haga.
Tenemos entonces, que mientras los hermano de David estaban en el ejército alcanzando gloria, popularidad, fama y participando en grandes e impresionantes batallas, David estaba solamente cuidando a las ovejas de su padre; y Dios amaba el corazón de su siervo David.
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.