1 Samuel 16: 1-11
La idea central de Pablo en su primera carta a los creyentes de Corinto era: «Yo no vengo a ustedes con agudeza o sabiduría humana, y por supuesto sin ningún físico impresionante, ni una filosofía profunda. Por el contrario, vengo en el poder de Dios. Y hay una buena razón para ello». Observe bien cómo lo dice Pablo:
Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento: No sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Más bien, Dios ha elegido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios, y lo débil del mundo Dios ha elegido para avergonzar a lo fuerte. Dios ha elegido lo vil del mundo y lo menospreciado; lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte delante de Dios (1 Corintios 1:26-29).
Pablo dice: «Miren a su alrededor corintios. Ustedes no encontrarán muchas personas importantes aquí». ¿Por qué razón? Para que nadie pudiera vanagloriarse delante de Dios. Ese es un principio que tendemos a olvidar, porque muchos de nosotros todavía nos parecemos mucho a los griegos. Cuando buscamos personas a las cuales admirar como modelos o héroes a seguir, muchas veces somos influenciados o impresionados por cosas que son causa de vanagloria. Nos gustan las personas hermosas inteligentes, «exitosas». Nos gustan las mejores y más brillantes. Nos enamoramos terriblemente de lo superficial. Lo superficial sigue impresionándonos, mucho más de lo que nos gustaría reconocer. ¡Hasta elegimos a un presidente por lo bien que se ve en televisión! Pero Dios nos dice: «Esa no es la forma como yo hago mis elecciones. Yo elijo a unos ‘don nadie’ y los convierto en ‘alguien’».
Esa es en pocas palabras la historia de cómo David fue elegido por Dios para ser rey.
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.