Hechos 17: 10—34

Si usted tiene la responsabilidad de comunicar la verdad bíblica, considérese un predicador (al menos por ahora) porque está comunicando la Palabra de Dios. Si es así, los cuatro principios que siguen a continuación son para usted. Ponga mucha atención y lea los de manera concentrada y cuidadosa, ya que ellos se aplican a cualquiera que sea su ministerio.

Primero: Concéntrese todo el tiempo en el tema: Jesucristo. El tema de Pablo fue todo el tiempo Jesucristo. Aunque estaba hablando del altar al Dios no conocido de Atenas, todo lo que Pablo decía apuntaba hacia Cristo. La predicación que no exalta a Cristo, es una predicación hueca. Pablo escribió a los creyentes de Corinto: «Porque me propuse no saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a él crucificado» (1 Corintios 2:2). Para Pablo, el vivir era Cristo, y el morir, ganancia.

Segundo: Diga siempre la verdad, sin temor. No se deje impresionar demasiado por los que vienen a su clase o a la Iglesia en la cual usted sirve. Y no le importe si dan mucho o poco.

Tercero: Comience hablando siempre de la situación actual de sus oyentes. Pablo captó la atención de esos hombres con su primera oración. Usted también puede lograrlo, si dedica tiempo para pensar en lo que le interesa a la gente. Conozca bien a su público para establecer rápidamente un puente. Descubra la manera de cómo penetrar en su mundo, para luego construir un puente que le permita hablarles de Cristo. Recuerde: debe comenzar con lo que ellos conocen, para familiarizarlos después con lo que no saben.

Cuarto: Deje siempre los resultados a Dios. Después que hayan escuchado el mensaje, termina su parte. Su tarea es comunicar la verdad. La de Dios es atraer las personas a Él. Usted prepara al paciente, pero Él es quien hace la cirugía. Las personas no necesitan ser manipuladas. Ya hay bastante manipulación alrededor de ellas. Usted no necesita perseguirlas hasta sus autos o arrinconarlas. Dios las alcanzará, como lo hizo en Atenas. Deje los resultados a Dios.

Cuando su corazón es recto, es más maravilloso de lo usted puede ver. Y cuando lo vea claramente, es admirable cómo Dios puede darle las palabras que debe decir. Se sorprenderá de la manera como Dios le utiliza, así como lo hizo con Pablo en esa antigua metrópoli hace tantos años. Cuando llegó el momento Pablo estaba preparado.

Cuando llegue su momento, póngase de pie y dé el mensaje. Dios le dará el valor para hablar a los demás de su Hijo. No hay un honor más grande que este en la tierra.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.