Éxodo 1:1:22

De acuerdo con las instrucciones del faraón, la partera debía estar muy atenta cuando naciera el bebé; ella debía inmediatamente después de que naciera el bebé, descubrir el sexo de la criatura y matarlo si veía que era varón, posiblemente asfixiándolo antes de que este llorara por primera vez.

Entonces la partera podía decir: «Ay, lo siento mucho, nació muerto».

¡Qué plan tan horrible y criminal! Se parece mucho, francamente, con una diferencia de pocos segundos, en verdad, a la actual horrible práctica conocida como «parto inmaduro». ¡Sin embargo, estas parteras eran unas firmes antiabortistas! ¡Qué heroínas! Estas damas temían más a Dios que a las leyes del rey. En realidad, su excusa tenía cierto humor: «Ay, Dios mío, Señor rey, estas mujeres son muy rápidas. ¡Cuando nos enteramos de que están a punto de dar a luz, llegamos corriendo a sus casas, pero qué va, ya es tarde! El niño ya ha nacido, ¿y entonces qué podemos hacer nosotras?».

El faraón, que posiblemente no entendía, al igual que yo, los detalles gráficos de un parto, se creía toda la historia. ¿Quién era él para ponerse a discutir con estas esforzadas parteras? Gracias a Dios que estas valientes mujeres, como dice la Escritura más tarde de los padres de Moisés, «no temieron al mandamiento del rey» (Hebreos 11:23).

Alabado sea Dios por esas valerosas personas de fe. Hasta el día de hoy, desde África y hasta la China y el Oriente Medio, esa misma valentía brilla como un faro de luz. Mientras usted lee estas palabras, el pueblo de Dios en todo el mundo está siendo amenazado y perseguido por su lealtad a Jesucristo. Pero se mantiene firme frente a los edictos de reyes, presidentes, generales y directores del partidos. Les están diciendo: «No, no vamos a hacer las cosas que nos está pidiendo. Rechazamos negar a nuestro Señor». Y están pagando el supremo precio al hacerlo.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.